El expresidente avisa de que «sobran vetos y faltan votos»

En un acto celebrado en el Ateneo de Madrid, en el que también participó el exministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, el presidente del PDeCAT insistió en que en el Parlamento catalán hay una mayoría absoluta a favor de la independencia y no solo a favor del derecho a decidir.

Durante su intervención, Mas reprochó al Gobierno que reconozca que el desafío soberanista es el primer problema político de España, pero no tome ninguna iniciativa para solucionarlo. El expresidente fue más allá y advirtió al Ejecutivo central de que si sigue refugiándose en los tribunales no habrá «más que un crecimiento de la crispación y las tensiones». «Sobran vetos, y faltan votos», remarcó.

El dirigente catalán respaldó sus argumentos recordando las seis manifestaciones celebradas en Cataluña a favor de la independencia en los últimos cinco años, así como los resultados conseguidos por el bloque soberanista en las elecciones autonómicas de 2012, las celebradas en septiembre de 2015 y la consulta del 9 de noviembre por la que ha sido condenado a dos años de inhabilitación.

Artur Mas culpó del enfrentamiento con el Estado al papel que jugó la sentencia del Tribunal Constitucional que tumbó el Estatut y que prendió un desafecto en la sociedad catalana que «exige una reflexión por parte del Estado».

Una idea que le rebatió García-Margallo, quien opinó que el Constitucional obró como tenía que hacer. A su juicio, el detonante del soberanismo no ha sido otro que la crisis económica, aunque lo realmente grave es la reacción que ha tenido la Generalitat amenazando con romper de forma unilateral el orden constitucional.

Abucheos a la llegada

El extitular de Exteriores defendió que la única vía para invocar el derecho a la autodeterminación es plantear una reforma de la Carta Magna. «Lo que no se puede hacer -le espetó Margallo- es saltarse la Constitución para introducir por la puerta de atrás un derecho no reconocido». Y a continuación advirtió de que Cataluña quedaría fuera de la Unión Europea si declara unilateralmente su independencia.

El de Mas y Margallo fue un rifirrafe cordial que tuvo su momento de tensión a las puertas del Ateneo, donde medio centenar de ultraderechistas increparon a ambos políticos a su llegada. El expresidente fue recibido por los manifestantes con gritos de «traidor», «corrupto», «ladrón» y «Cataluña es España». Exhibían, además, una pancarta en la que podía leerse: «La unidad de España ni se vende ni se negocia».