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CRISTIAN REINO
Miércoles, 22 de febrero 2017, 00:43
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Barcelona. Fueron diez minutos y tres kilómetros de persecución policial, en los que saltaron todas las alarmas ayer en Barcelona. Un camión circulaba fuera de control y por momentos se recordaron los trágicos atentados de Niza y Berlín. Por suerte, en este caso, no hubo móvil terrorista y todo quedó en un susto. Un suceso provocado por un hombre de 32 años, de nacionalidad sueca y con problemas mentales, que robó un camión de reparto de bombonas de butano y se dio a la fuga, sin mirar por dónde iba y sin atender a las órdenes de los agentes de tráfico, hasta que al final los disparos de la Policía autonómica y de la Guardia Urbana impactaron en el vehículo, que acabó chocando con varios coches.
Ocurrió sobre las diez y media de la mañana en el centro de Barcelona, cerca del puerto. El presunto conductor suicida aprovechó que el empleado del butano estaba haciendo el reparto casa por casa para montarse en el camión y darse a la fuga, porque además las llaves estaban puestas. Lo hizo a tanta velocidad, y además perdiendo parte de la carga, que llamó la atención de una patrulla policial, que estaba haciendo un control rutinario. Los agentes de los Mossos intentaron detener la camioneta, pero el conductor hizo caso omiso y a partir de ahí empezó una persecución policial de película de tres mossos en moto y dos de la Guardia Urbana, que finalizó diez minutos después con la detención del conductor temerario y su ingreso en un centro hospitalario. Según los Mossos d'Esquadra, el hombre circulaba «obsesivamente hacia adelante» y sin esquivar a ningún vehículo con el que se encontraba, pero en cambio no intentó atropellar a personas. Parte del recorrido, en torno al medio kilómetro, lo hizo en dirección contraria, embistiendo lateralmente a media docena de coches.
Delante
Los agentes abrieron fuego contra el camión, tras comprobar que el supuesto kamikaze ignoró las órdenes de un policía municipal que se le puso delante, apuntándole, para darle el alto. El agente incluso tuvo que saltar para no ser atropellado, porque el detenido no pisó el freno y siguió adelante en su fuga. En total, fueron siete disparos. Seis por parte de los Mossos d'Esquadra y uno por parte de la Guardia Urbana. La mayoría de ellos iban dirigidos al motor y a las ruedas para detener su marcha. Dos tiros, en cualquier caso, impactaron en la luna delantera. Los disparos de los Mossos los efectuaron agentes antidisturbios ubicados de manera habitual en el centro de Barcelona, dentro del dispositivo antiyihadista. Utilizaron sus subfusiles y su intención «no era matar al conductor, sino detener la marcha desbocada que llevaba», apuntó el comisario de los Mossos d'Esquadra en Barcelona, Juan Carles Molinero.
Poco después, cuando el camión trataba de incorporarse, en dirección contraria, a la ronda litoral (la vía de circunvalación de Barcelona), chocó contra tres coches y poco después contra un muro, donde se detuvo y fue ahí cuando tres policías lo arrestaron y lo redujeron.
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