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PATXI LÓPEZ ABRE LA CARRERA POR EL LIDERAZGO DEL PSOE

PAULA DE LAS HERAS

Domingo, 15 de enero 2017, 00:14

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No esperó ni 24 horas. Minutos después de que el comité federal del PSOE fijara la fecha del próximo congreso del partido para el 17 y 18 de junio, Patxi López cogió el móvil y telefoneó a todos los referentes del partido -los líderes territoriales, el presidente de la gestora- y a Pedro Sánchez para comunicarles su decisión de competir, esta vez sí, por la Secretaría General.

Fue una sorpresa a medias. La posibilidad de que el primer y único lehendakari socialista que ha tenido el País Vasco optara a liderar el PSOE llevaba meses encima de la mesa. López, en estos momentos simple diputado de base, siempre ha sido muy apreciado tanto entre los principales cargos del partido como entre la militancia. Y eso explica, por ejemplo, que en la breve legislatura pasada se le propusiera ocupar la Presidencia del Parlamento; un puesto en el que, por otro lado, generó leves decepciones por falta, decían algunos, de «solidez».

Los mejor relacionados con los dos sectores en los que se ha fracturado el PSOE tenían pocas dudas de que daría el salto.«Patxi se presentará -vaticinaba hace solo unos días un cargo ahora en Bruselas-. Es su última oportunidad y no tiene nada que perder». Como Susana Díaz, el exlehendakari, de 57 años, ha dejado pasar ya dos oportunidades para concurrir por la Secretaría General: en 2012, tras la marcha de José luis Rodriguez Zapatero, y en 2014, cuando Alfredo Pérez Rubalcaba tiró la toalla azuzado por la derrota de las europeas y tras dos años de fuertes presiones internas.

Hace un lustro, el hoy aspirante -que hará públicos sus planes en una comparecencia en la Fundación del diario 'Madrid'- le ataban sus responsabilidades en el Gobierno vasco. Siempre se ha dicho que entonces llegó a un acuerdo con el exministro del Interior para, llegado el momento, tomarle el relevo. Pero los acontecimientos se desencadenaron finalmente de tal forma que cuando se convocó el congreso extraordinario Patxi López no encontró ocasión de meter cabeza en la pugna.

A su favor, tiene ahora a buena parte de los líderes territoriales que apoyaron a Pedro Sánchez hasta su dimisión: la presidenta balear Francina Armengol; la secretaria general del PSE, Idoia Mendía; el catalán Miquel Iceta (que no obstante ha prometido neutralidad), el riojano César Luena o el exlíder de Castilla y León Óscar López, que como exsecretario de Organización y responsable de múltiples campañas electorales, conoce el partido al dedillo.

Sin animadversiones

Es pronto aún para hacer cálculos porque, aunque todo apunta a que la pelea se dirimirá entre él y Susana Díaz, no se sabe a ciencia cierta a quién tendrá en frente y porque, en este momento, todas las federaciones salvo la andaluza están muy divididas. Pero incluso quienes creen que la baronesa tiene todo para ganar admiten que el vasco podría conseguir el apoyo de un 40% del partido. Además, le reconocen un virtud: a diferencia de lo que ocurre con la presidenta de Andalucía y con Pedro Sánchez, él no genera grandes animadversiones.

Los oficialistas admiten incluso que la idea de confrontar con López les produce cierta tranquilidad. «Aunque haya un enfrentamiento en el congreso,después será más fácil entenderse; al menos, Patxi -dicen por contraposición a Sánchez- comparte una cultura de partido». El ex secretario general, por su parte, sigue sin revelar sus cartas, pero ni ha demostrado estar muy animado estos meses ni le quedan apoyos orgánicos para dar una batalla que, según él mismo ha reconocido a algunos de sus fieles, no cree poder ganar sin 'generales', por mucha pasión que despierte en parte de la militancia.

El tiempo, además, ha contribuido a serenar el clima interno, como pudo constatarse en el comité federal de este sábado, desde aquel que tomó la traumática decisión de abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy para evitar la celebración de unas terceras elecciones. Hubo discrepancias e incluso reproches que evidenciaron la tensión no resuelta, pero todas las partes eludieron la bronca. El presidente de la dirección interina, Javier Fernández, abrió el debate con una intervención punzante y reivindicativa de su gestión poco después de las diez de la mañana y a las dos, tras una treintena de intervenciones, todo había terminado. Nadie mencionó a Sánchez.

Ni siquiera hubo revuelo con la fecha del congreso. Y eso que el asunto ha sido uno de los caballos de batalla de los críticos durante los últimos tres meses. Sólo la corriente minoritaria Izquierda Socialista (IS) presentó formalmente una propuesta alternativa para que los militantes voten al secretario general en marzo y el cónclave por delegados se celebre en abril. Al término del debate, el actual presidente de la mesa del comité, el ex vicesecretario general José Blanco, propuso sin más aceptar por asentimiento la propuesta de la gestora. Raudo, pidió votos en contra y sólo cinco, los de IS y el 'sanchista' José Luis Ábalos, que se percató de la jugada, alzaron la mano.

No había demasiada gana de discutir por unos meses arriba o unos meses abajo, pero eso no impidió que secretarios generales como Mendía o el castellano y leonés, Luis Tudanca, echaran en cara a la dirección interina que se perpetúe más de lo necesario en el cargo o que haya tomado decisiones (desde la reestructuración del grupo parlamentario a la estrategia parlamentaria) que, a su juicio, sólo debería tomar una ejecutiva electa.

Lealtad

La réplica no sólo se la dio el propio Fernández sino también la vicepresidenta de los socialistas en el Parlamento Europeo, Elena Valenciano o el presidente castellano-manchego, Emiliano García Page. La primera defendió que todas las gestoras están obligadas a tomar decisiones para no paralizar al partido. El segundo agradeció su labor a quienes han asumido un cargo que, adujo, «es una carga».

El presidente asturiano trató de dejar claro que no le mueven ambiciones personales y aprovechó para sacarse alguna espina. La fundamental: pidió que se reconozca que nunca hubo más vuelta de hoja que dejar gobernar al PP. «Tras las elecciones de junio todos sabíamos lo que había que hacer; lo que no sabíamos era cómo ganar el congreso después», remarcó. Dicho esto, defendió el valor de la lealtad y alegó que entre la personal, la lealtad al partido y la lealtad al país, siempre hay que elegir la última. «En la oposición -dijo- no hay victorias que celebrar, ni cargos que repartir, lo único que hay es trabajo, esfuerzo y tesón. Pero yo os aseguro que si la hacemos unidos hoy, mañana gobernaremos unidos».

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