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Los diputados de Unidos Podemos abandonan el hemiciclo tras un enfrentamiento con el PP. :: c. m. / efe
La relación con IU incrementa la tensión entre Iglesias y Errejón

La relación con IU incrementa la tensión entre Iglesias y Errejón

El líder de Podemos y Alberto Garzón buscan avanzar en la integración pese a la oposición de sus sectores críticos

A. AZPIROZ

Domingo, 27 de noviembre 2016, 01:12

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A los ya de por sí delicados equilibrios internos dentro de Podemos se suma ahora la obligación de concretar la relación con Izquierda Unida. Éste es un problema, no obstante, que transita en ambas direcciones. Tanto Pablo Iglesias como Alberto Garzón coinciden en avanzar en la confluencia entre ambas fuerzas a la vez que afrontan rebeliones de dirigentes que se niegan a «sumergir» los proyectos propios en uno compartido de liderazgo e ideología incierta.

El debate de hasta dónde debe llegar la integración entre Podemos e IU se aparcó la pasada primavera para no perjudicar las expectativas electorales. Ahora, tras un reconocido fracaso en las generales del 26 de junio y con la legislatura en marcha, resurge con su máxima intensidad, ya sea por temor a las intenciones que puedan esconder Iglesias y Garzón o por la necesidad de «dar salida a una amalgama de once partidos a la que la falta de estructura hace vulnerable», según explica el politólogo Pablo Simón.

Las alarmas se dispararon la semana pasada con el anuncio del registro en el Ministerio del Interior de Unidos Podemos como partido político. Iglesias trató de salir al paso y aseguró que se trata de un mero trámite jurídico para que terceras personas no se hagan con la marca del partido. Aunque esta circunstancia se ha dado en el pasado, las explicaciones no convencieron a los críticos de uno y otro lado, máxime cuando la decisión no fue anunciada con antelación.

Los primeros protagonistas del choque de trenes que se avecina han sido Alberto Garzón e Íñigo Errejón, quienes a lo largo de la semana han reconocido el abismo que les separa. El primero, un comunista declarado y partidario de la revolución popular. El segundo, un estratega electoral que considera que la única posibilidad de «asaltar el poder» pasa por atraer el voto moderado, el mismo que, defienden los 'errejonistas', nunca ha permitido a IU soñar con la Moncloa.

El número dos de Podemos ya advirtió antes de cerrarse la coalición que los cinco millones de votos que su partido logró en las generales de diciembre más el de IU no tenían por qué sumar seis. Su advertencia se basaba en el peligro de ofrecer una imagen demasiado escorada a la izquierda que ahuyentase al electorado de centro. Y acertó. El 26-J la coalición se quedó estancada en los cinco millones de sufragios. Apoyada en estos números la corriente que lidera Errejón teme que, de persistir por la vía de la integración, el proyecto de Podemos «corre el peligro de quedarse en otra Izquierda Unida».

Si Podemos debe solventar su dilema entre transversalidad y giro a la izquierda, IU debe hacerlo entre la independencia o una confluencia que le permita mayor representación en las instituciones. Garzón fue elegido coordinador federal por una amplia mayoría que avaló el acercamiento a Podemos. No obstante, exdirigentes como Gaspar Llamazares se han posicionado en contra de avanzar en esa dirección. Más aún cuando Garzón señaló esta semana que ha llegado el momento de «superar IU para construir un nuevo espacio político que sea un movimiento político y social». Según sostiene Simón, «en un partido federal como IU cuanto más fuerte sea la estructura territorial mayor será la resistencia a la integración con Podemos». El politólogo pone como ejemplo Asturias, desde donde Llamazares ha advertido que le encontrarán enfrente si tratan de «sumergir» a IU en el partido de Iglesias.

La batalla de las ideas va aparejada a la de la sintonía entre los dirigentes de uno y otro lado. Para las elecciones del 26 de junio la coalición se cerró sobre un acuerdo de mínimos de medio centenar de puntos. Pero, advierte Simón, «este es un parche que no servirá para el futuro poque se quedaron fuera reivindicaciones históricas de Izquierda Unida como la república o la salida de la OTAN». Estos precisamente son dos temas que Podemos ha evitado abordar mientras ha apostado por la transversalidad.

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