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CRISTIAN REINO
Martes, 22 de noviembre 2016, 00:43
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BARCELONA. La vicepresidenta del Gobierno tendió ayer la mano en Barcelona a la Generalitat catalana para abrir un «nuevo tiempo» en las relaciones entre la administración central y la catalana después de años de enfrentamiento.
Soraya Sáenz de Santamaría, que el jueves pasado inició el deshielo en una reunión privada en Barcelona con Carles Puigdemont, ha recibido el encargo en el gabinete de Mariano Rajoy de gestionar la llamada carpeta catalana. Lo hace en el momento más crítico con las fuerzas secesionistas dispuestas a consumar la desconexión del resto de España a lo largo de 2017. Pese al escaso margen, el Gobierno central cree que aún está a tiempo de reconducir la situación y se propone enterrar la etiqueta de inmovilista que todas las fuerzas políticas le han colocado. Sus herramientas para afrontar la crisis territorial serán el «diálogo, el entendimiento y el consenso», en palabras de la número dos del Ejecutivo, pero siempre dentro del «marco constitucional», el «máximo respeto a la ley» y la «lealtad institucional».
Mariano Rajoy y Carles Puigdemont aún tienen que concretar qué tono quieren darle a esta nueva etapa en la reunión que mantendrán próximamente. El presidente de la Generalitat pondrá sobre la mesa su propuesta de «referéndum o referéndum» como salida a un proceso soberanista al que se le han cerrado casi todas las puertas, pero el Ejecutivo central ya ha asegurado en múltiples ocasiones que no negociará la unidad de España. Así, el proyecto independentista imposibilita el diálogo entre Madrid y Barcelona aunque existen elementos, como el sistema de financiación o un listado de 46 reivindicaciones sobre aspectos económicos, competenciales y de infraestructuras que pueden propiciar un nuevo clima. «Se abre» un tiempo para practicar el «diálogo», afirmó la vicepresidenta, que prometió dejarse ver «mucho» por Cataluña para tratar «temas muy fructíferos». Sáenz de Santamaría tendrá despacho propio en la Delegación del Gobierno en Barcelona y además Rajoy sopesa celebrar un Consejo de Ministros en la ciudad condal.
Un ex de CiU
Para el Ejecutivo central una «pieza clave y crucial» en ese nuevo tiempo que se vislumbra en las relaciones entre la Moncloa y el Palau de la Generalitat será Enric Millo. El hasta ahora portavoz del PP en el Parlamento catalán juró ayer como nuevo delegado del Gobierno en Cataluña. Sustituye a María de los Llanos de Luna, que ha mantenido una posición muy hostil hacia el soberanismo. Millo, en cambio, como antiguo dirigente de CiU, puede jugar un papel de puente entre Madrid y Barcelona. Será una suerte de «cauce de comunicación constante entre la sociedad catalana y el Gobierno de España», y puede convertirse en «los ojos, los oídos, la mano derecha e incluso la izquierda» del Ejecutivo en Cataluña», según la vicepresidenta.
Al acto acudieron los líderes de buena parte de las formaciones con representación en la Cámara catalana, salvo la CUP. El Gobierno catalán valoró como un hecho positivo su nombramiento. La consejera de la Presidencia, Neus Munté, se mostró confiada de que la llegada de Millo propicie «cambios».
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