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LA REDADA

MANUEL ALCÁNTARA

Jueves, 6 de octubre 2016, 00:18

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Hay que limpiar la casa, lo que siempre supone ponerla patas arriba, pero en nuestro caso es aún más engorroso. Quizá hubiera sido mejor, en vez de decir patas arriba, gritar ¡manos arriba!, para que las alzaran los numerosos ladrones. Los tenemos de guante blanco y de guante color mierda, pero los más peligrosos son los que se tapan las manos para no pillarse los dedos. Los 'ex' atraviesan una mala racha. Casi todos son exsocios, exdirectores de áreas del ayuntamiento, exconcejales, extesoreros, exdirectores de área o exsecretarios de organización. Al único que nadie le llama ex es al célebre 'Bigotes', porque se lo ha afeitado. El PP tiene que dar la cara por la expansión de la desvergüenza, cuando no por su protección. La trama 'Gürtel' da de sí para varias novelas policiales: tiene víctimas, cómplices, colaboradores oscuros y hasta algún inocente que prefirió no seguir siéndolo. Nunca España ha estado mejor de ladrones, quizá porque hubo una época donde era posible robar, pero no denunciar a los robos.

El primer juicio del llamado 'caso Gürtel' ha de jado cortos a los más largos banquillos. Ya no caben ni los culos de mal asiento que venían librando a ilustres posaderas de frecuentar tan incómodos lugares. Los felones de guante blanco son hermanos de leche de los otros, ya que ambas tribus lo que querían era no dejar huellas de sus felonías. Más de veinte cargos y colaboradores de desigual nivel de caradura protagonizan el juicio por corrupción más sonoro de nuestra étapa democrática. Francisco Correa y el inevitable Luis Bárcenas son las estrellas invitadas. A muchos estafados nos importa menos que vayan a la cárcel o se vayan de rositas. Lo que queremos es que devuelvan el dinero. Los contables no se equivocaron al contar el importe de las sanciones por sus robos si eran descubiertos. Las multas siempre han sido inferiores a la cuantía de lo robado. Además, siempre podrán demostrar su buena voluntad delatando a sus compinches.

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