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Rajoy y Soria, en un acto cuando el segundo aún era titular de Industria. :: reuters
Soria cede a la «petición del Gobierno» y renuncia a su candidatura al Banco Mundial

Soria cede a la «petición del Gobierno» y renuncia a su candidatura al Banco Mundial

Rajoy no había logrado contener el malestar de los principales barones del PP pese a su defensa cerrada de la designación del extitular de Industria

NURIA VEGA

Miércoles, 7 de septiembre 2016, 00:05

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Madrid. La dimensión de la tormenta desatada hizo insostenible la tesis de que José Manuel Soria es sólo un «funcionario» que opta a una plaza en el Banco Mundial. A las seis de la tarde de ayer, la cerrada defensa de Mariano Rajoy del nombramiento se transformó en la renuncia del exministro, que por carta y, según fuentes gubernamentales, «a petición del Gobierno» desistió de representar a España en la entidad internacional. Por segunda vez en cuatro meses, el paso atrás de Soria libera la presión sobre el Ejecutivo en un momento crucial y con la investidura de Rajoy en el aire.

Ya en abril, cuando ostentaba el cargo de titular de Industria, su aparición en los 'papeles de Panamá' y sus vínculos con empresas en paraísos fiscales pusieron al PP en jaque en la campaña electoral del 26-J. Pese a la rumorología que voló entonces sobre la mano negra de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, empujando a Soria al abismo de la dimisión, quienes siguieron de cerca el transcurso de los acontecimientos aseguran que la decisión llegó tras varias conversaciones con Rajoy y de manera voluntaria.

Lo mismo mantienen en esta ocasión fuentes cercanas al presidente, que, pese a la fórmula empleada por el exministro en la misiva, insisten en que la decisión ha sido «personal» y no ven al jefe del Ejecutivo apartando a quien fue su colaborador y amigo personal. Las mismas voces reconocen, eso sí, que en los últimos días el Gobierno había temido que el revuelo causado llegara a provocar el rechazo del Banco Mundial a la propuesta de Soria, lo que habría supuesto un «revolcón» en toda regla y sin precedentes para un Ejecutivo en funciones.

Así que Soria allana el camino al Gobierno y al PP, y se va, pero no sin defenderse. En primer lugar, el exministro deja por escrito que no ha sido acusado ni investigado por ningún delito. Y por otro lado, denuncia la utilización «desproporcionada» que se ha hecho de su designación en el ámbito político y en el mediático.

El punto de inflexión se produjo el pasado viernes a las 20:55. El Congreso de los Diputados acababa de consumar su rechazo a la investidura de Mariano Rajoy y apenas minutos después de que el presidente abandonara el recinto, un comunicado del Ministerio de Economía anunciaba la elección de Soria como candidato a ocupar una de las direcciones ejecutivas del Banco Mundial. «Es que se acababa el plazo», llegó a justificar el PP.

Las muecas de estupor cubrieron los pasillos del Congreso, donde Ciudadanos se debatía entre la perplejidad y el enfado con Rajoy, el aspirante a la Moncloa al que había respaldado en el hemiciclo y con el que había firmado un compromiso de regeneración democrática. Doce horas después, el PSOE registraba una petición para que el ministro de Economía, Luis de Guindos, explicara en la Cámara baja los criterios aplicados para una designación que, a juicio de los socialistas, tenía la marca del «dedo» del presidente.

En la cúpula del PP no se temió, en cambio, que la controversia pudiera desembocar en la ruptura del acuerdo con Albert Rivera. Si bien es cierto que en Ciudadanos recordaban que nunca llegaron a fiarse del líder de los populares, la realidad es que votaron 'sí' a la investidura. Y siendo el apoyo lo importante, el resto resultaba accesorio.

Tampoco creyeron los populares que se les complicara el panorama con el PSOE. Nada puede hacer virar a Pedro Sánchez más que su Comité Federal, y los socialistas que defienden negociar una abstención con el PP, nunca han sido partidarios de los métodos de Rajoy. Pero hay algo que sí tambaleó los cimientos sobre los que se asienta el presidente, el amplio malestar por primera vez en su partido.

La soledad del Gobierno

Estos cuatro días de tensión han servido para evidenciar la soledad del Ejecutivo. Sólo los miembros del Gabinete de Rajoy han respaldado rescatar a Soria. Los principales barones del PP no han tenido reparos en expresar sus discrepancias. Son los mismos que están al frente de organizaciones territoriales que o bien pagaron en los comicios autonómicos de 2015 el desgaste de la dirección nacional por su gestión de los casos de corrupción, o bien lograron salvar los muebles a duras penas. Y en un partido que adolece de referentes con sostén electoral, los pilares que quedan en pie pueden tener capacidad de influencia.

El presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo; la madrileña, Cristina Cifuentes; el líder de los populares extremeños, José Antonio Monago, la dirigente valenciana Isabel Bonig y hasta el líder del PP en Andalucía, Juan Manuel Moreno, han cuestionado la designación de Soria y el momento escogido. Una de las más críticas, la vicepresidenta de Castilla y León, Rosa Valdeón, celebraba el paso atrás tras haber promovido el debate interno con la convicción de que, en materia de regeneración, las cosas se cambian «desde dentro».

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