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GOTERAS EN LA CARPA

MANUEL ALCÁNTARA

Miércoles, 10 de febrero 2016, 00:12

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Llueve en el circo nacional y hasta los payasos más serios, que se pintan la cara de blanco, andan buscando una tiza donde resbalen sus lágrimas. El desplome de la Bolsa ha caído de lleno sobre la vida, aprovechando que ésta no tiene dónde caerse muerta. No se puede estar tanto tiempo sin Gobierno sin que todos sospechemos que España es ingobernable y nos parezca igual tenerlo que no tenerlo, ya que nada varía esencialmente. La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que es una buena mujer, no es una buena regidora. El cargo le viene, a la vez, largo y estrecho de mangas y ha tenido que abrir una investigación sobre la función de títeres, calificando el hecho de «lamentabilísimo». No todo el mundo puede ser Shakespeare, pero nadie está conminado a ser un gilipollas, aunque se enmascare bajo el título de dramaturgo. La piececita representada, que creen apropiada para niños, contenía violaciones, asesinatos y otras proezas imitables, pero los que menos culpa tienen son los titiriteros. No hay que culpar siempre al pianista, que el pobre hace lo que puede y aspira únicamente a ganarse la vida mientras el Ibex, que no sabemos bien lo que es, se hunde y la prima de riesgo, que no es de su familia, sigue su escalada.

Más grave desmesura que la del jefe de pista puede que sea la de la Audiencia Nacional, que ha optado por meter en la cárcel a los titiriteros. Ellos son culpables de colaborar con la estupidez y ya nos advirtió Ibsen que el barco del mundo se hundiría por el peso de los imbéciles. Por eso sigue zozobrando, pero aún se mantiene gracias a las personas corrientes y sensatas que aguantan los vaivenes sin tirar por la borda nada. Ni siquiera el contenido de sus estómagos o el resumen de los discursos de los políticos. «El niño bien educado no escupirá en la sopera», que decía aquel libro poblado de consejos ejemplares que estudiaban nuestros abuelos. Con más o menos aprovechamiento.

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