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NURIA VEGA
Martes, 1 de septiembre 2015, 01:13
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berlín. El helicóptero de Angela Merkel aterrizó ayer en la casa de huéspedes del Gobierno alemán con tiempo suficiente para recibir al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, invitado especial de la canciller en el castillo de Meseberg. Mucho se han cuidado los detalles de esta visita de dos días cargada de simbología para ambos Gobiernos. No en vano, la líder del Ejecutivo alemán ejerce de anfitriona de quien se ha convertido, a ojos de la prensa local en el «alumno modelo de Europa».
Madrina del proyecto económico Rajoy, Merkel ha encontrado en España el ejemplo de que sus recetas de austeridad aplicadas con rigor, funcionan. El presidente español, a su vez, llegaba a Berlín a tres meses de las elecciones generales, consciente de que aquí encontrará el aval político a toda una legislatura de sacrificios, recortes e incumplimientos electorales.
Siempre se ha sentido más cómodo en la defensa de sus postulados en el exterior que en casa. En la Moncloa existe la percepción de que fuera de nuestras fronteras se han valorado más los esfuerzos del Gobierno que en el escenario nacional. De ahí que en este último tramo de la legislatura se conceda un valor añadido al respaldo de líderes internacionales conservadores como Merkel o el primer ministro británico, David Cameron, que el viernes estará en Madrid.
Al fin y al cabo, por mucho que el PP se esfuerce en impulsar aquellos debates descuidados durante la legislatura, como la renovación institucional y política del Estado, el jefe del Ejecutivo confía en que los españoles, a la hora de votar, reconozcan lo que han desdeñado en anteriores citas electorales, la gestión de la crisis económica. Para ese reto, toda ayuda es poca.
En clave alemana
En el diario alemán Handelsblatt, Rajoy sacaba hoy pecho de haber impulsado «el mayor proyecto reformista de la historia reciente» y de haber llevado a España a crecer este año un 3,3%. Es más, ante la crisis griega y el auge de formaciones de izquierdas como Podemos, el presidente alertaba en su artículo de que el «inmovilismo en materia de reformas» no sólo perjudica al proyecto común, sino al bienestar de los ciudadanos. Incluso se enorgullecía de que los españoles sean considerados «los alemanes del sur».
La sintonía entre ambos se plasmó desde luego en la fotografía de Rajoy y Merkel de retiro en Meseberg. «Agradable caminata de 6 kilómetros con Angela Merkel por los alrededores del lago Huwenow», resumía el presidente en Twitter. Ataviados con zapatillas deportivas y, en el caso de Rajoy, con vaqueros y camisa, los dos han convertido casi en tradición su encuentro distendido tras el descanso estival.
Si el año pasado el equipo de Merkel se desplazaba hasta Galicia, la cita que concluirá hoy es la respuesta a aquel gesto «de amistad», tal y como lo entendió Berlín.
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