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La sospechosa del doble crimen de Valencia tenía continuas peleas familiares

La mujer de origen chino detenida y su madre se enfrentaron a golpes y tirones de pelo hace solo una semana en una tienda

J. A. MARRAHÍ

Domingo, 30 de agosto 2015, 00:55

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valencia. Una madre preocupada por la enfermedad de su hija que trataba, en vano, de encauzar su conducta. Una hija afectada por problemas mentales que «tonteaba demasiado con el alcohol», según el testimonio de vecinos y comerciantes. Broncas constantes en presencia de dos niñas de corta edad. En este delicado contexto familiar se gestó una bomba de relojería que estalló el viernes por la mañana en Valencia.

Según indicaron fuentes policiales, la mujer acusada de matar a cuchilladas a su progenitora de 62 años y a su sobrina de 10 pudo padecer un brote psicótico. La propia madre había admitido los problemas psicológicos de su hija a personas de confianza de la comunidad china. Hasta qué punto influyó el trastorno de la sospechosa en el doble homicidio es ahora objeto de investigación.

Lo que parece claro es que la relación entre madre e hija se había deteriorado. «Era día sí, día no, de riñas nocturnas hasta altas horas de la madrugada». Es el testimonio de sus vecinos. Escuchaban las trifulcas «desde que la familia llegó hace cinco años» y algunos aseguran que «no se podía pegar ojo». Distinguían claramente las voces de madre e hija, pero no el contenido de la disputa.

Recientemente, los enfrentamientos entre madre e hija sobrepasaron la esfera privada. Las dos mujeres llegaron a las manos. Lo constata una comerciante del barrio valenciano de San Marcelino. «Hace sólo una semana llegó la joven para probar unas zapatillas a su hija pequeña. Apareció la madre y se liaron a patadas y tirones de pelo». La dependienta tuvo que llamarles la atención: «Por favor, no os peleéis en la tienda». La mujer mayor pidió perdón y se marcharon. Un incidente similar se repitió «hace unas tres semanas» en la misma calle.

En la zona donde está el bazar en el que la familia pasaba casi todo el día son muchos los vecinos que constatan esas peleas y el comportamiento «extraño y atolondrado» de la mujer detenida. «A veces, su mirada daba miedo. Repetía palabras una y otra vez, entraba en una tienda, se miraba al espejo y se marchaba...», describen.

En una tienda recuerdan cómo «arrojó todos los objetos del bolso al suelo para encontrar calderilla». Otros vecinos y camareros le atribuyen el consumo de «chupitos de vodka a primera hora de la mañana» y una excesiva querencia por las «cervezas, las cocacolas y el tabaco». Mientras, sus padres atendían abnegadamente el bazar y a sus dos nietas.

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