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No hubo paz en la fiesta

MANUEL ALCÁNTARA

Domingo, 3 de mayo 2015, 00:36

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El Día del Trabajo sólo puede ser festejado por quienes lo tienen. A los demás, que son muchísimos, les parece una conmemoración sarcástica. ¿Por qué les llaman 'antisistema' a los que no pueden integrarse en él? El Papa Francisco, al que nada humano ni inhumano le es ajeno, había criticado la apertura de la Expo de Milán. A su docto juicio, la muestra representaba «la cultura del despilfarro» y no respondía a ese modelo de desarrollo sostenible e igualitario al que se aspira. Quizás sus palabras hayan sido tomadas demasiado al pie de la letra, que siempre entra con sangre. Centenares de jóvenes airados convirtieron la ciudad italiana en una batalla campal. No quedó un escaparate intacto, ni un vehículo que no echara las patas por alto. Una sucursal bancaria ardió, por fortuna sin nadie dentro. La gente suele confundir a los bancarios con los banqueros, pero hay muchos proletarios con corbata. Ahora, el Pontífice, que no encuentra puentes europeos, está siendo criticado por los que interpretan sus quejas sociales como una forma de echarle leña al fuego y la cosa está que arde.

Siempre nos ha influido mucho «el itálico modo». Los habitantes de la divina península son como nosotros, pero más listos. Detestan la guerra o, dicho de otra manera, prefieren que la hagan otros, mientras ellos acuden a su trabajo pisando tumbas de emprendedores. Pero el Día del Trabajo fue un día especial en Milán y quienes pisaron raya pisaron medalla. El Papa es un hombre bueno o un buen hombre que no sabe el terreno que pisa y que no le gusta pisar las recamadas alfombras donde se absorben todas las huellas, sin dejar ni señal del número que calzaron los sucesivos herederos de las sandalias del pescador. Durante la construcción del recinto de la Expo fueron frecuentes los escándalos que ahora han explotado, pero el primer ministro italiano, Matteo Renzi, está más contento que el legionario Mateo con su guitarra. En la Expo hay también un McDonald's.

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