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Rajoy alerta contra Podemos y avisa de que llegará el caos si fracasa el bipartidismo

El presidente confirma que no adelantará las elecciones previstas para el 2015, «el año del «despegue definitivo de la economía»

NURIA VEGA

Sábado, 27 de diciembre 2014, 00:21

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No pronunció Mariano Rajoy la palabra tabú. «Podemos». Pero vino a dibujar un panorama en el que dejó claro que esta vez se trata del bipartidismo o el caos. Compareció el presidente del Gobierno para hacer balance de la legislatura en el palacio de la Moncloa, el lugar en el que confía poder continuar a partir del 2015, y puso en valor la necesidad de que en estos momentos los ciudadanos apuesten por la «estabilidad» política de España, algo que, a su juicio, tan sólo pueden garantizar PP y PSOE. «Entenderá usted que yo para mi país siempre prefiera lo mejor», aseguró el jefe del Ejecutivo, que traía consigo como muestra la experiencia de aquellos países donde, entiende, «la gente vive mejor». En EEUU, Alemania o Francia, recordó, la alternancia de las fuerzas mayoritarias constituye la dinámica habitual. «Cuando eso deja de pasar, surgen cosas que lo único que generan es inestabilidad, falta de progreso, retroceso y pérdida de bienestar», alertó Rajoy a un año de las elecciones mientras la formación de Pablo Iglesias campa a sus anchas en las encuestas.

Atrás queda la oposición a la oposición. Ahora toca suavizar las críticas. El mes en el que el presidente descalificó el modo de proceder del secretario general socialista, Pedro Sánchez, el mes en el que ha definido como «un gran error» la marcha de Alfredo Pérez Rubalcaba, el jefe del Ejecutivo optó ayer por pasar por encima de los nombres y ensalzar al PSOE como el partido con el que acordar los grandes asuntos de Estado. «Luego se malinterpretan algunas de las cosas que digo, pero no tengo ningún problema con el PSOE, es un gran partido que ha gobernado España muchos años», dijo convencido de poder llegar aún «a un entendimiento».

Coaliciones

Es pronto para hablar de coaliciones postelectorales o de pactos de Gobierno, pero en privado en el Ejecutivo no duda en reconocer que ese es el escenario deseable. Uno en el que populares y socialistas se respalden para evitar que opciones «populistas» se hagan con el poder. De hecho, el presidente quiso ayer poner en valor la España en la que desde 1978 se ha gobernado en mayoría, minoría o en «coalición». Queda un año, sin embargo, para que los resultados electorales nacionales sitúen a las diferentes fuerzas políticas en esta tesitura.

Si todo sale según lo previsto, los españoles serán llamados a las urnas a finales del 2015, exactamente cuatro años después de los comicios que el 20 de noviembre del 2011 elevaron a Rajoy a la Moncloa. El jefe del Ejecutivo ni tiene «intención» de adelantar las elecciones ni tampoco ve «razonable» retrasarlas hasta enero del 2016. Lo que queda, además, meridianamente claro es que él quiere revalidar como presidente y que ya ha definido su hoja de ruta para conseguirlo. «La estrategia no es algo que se cuente», protestó ayer, pero la suya pasa por proclamar a los cuatro vientos los logros de un Gobierno que confía en que la salida de crisis llegue a percibirse en los hogares en lo que resta de legislatura. De momento, el jefe del Ejecutivo garantiza que el 2015 será el año del «despegue definitivo de la economía», como el 2012 fue «el año del ajuste; el 2013, el de las reformas; y el 2014, el de la recuperación». Cree que la tendencia de la creación de empleo continuará al alza y defiende que la reforma fiscal proyectada será el «espaldarazo» al crecimiento.

Fue un discurso el de ayer plagado de pronósticos positivos pero en el que rechazó estar cayendo en el «triunfalismo», a pesar de referirse a estas navidades como «las primeras de la recuperación», y en el que también habló de promesas satisfechas. «Prometí un 2014 mejor y se ha cumplido con creces, nunca hemos engañado a los españoles sobre la situación de nuestra economía, ni cuando las cosas estaban muy mal, ni ahora que van mejor. Siempre hemos sido prudentes», concluyó. Muchos de los votantes que en las anteriores generales apostaron por el PP se muestran ahora, según los sondeos demoscópicos, escépticos o convencidos de que introducirán en el sobre una papeleta distinta. La batalla de la confianza será la más difícil de librar cuando la mayoría absoluta de los populares parece dilapidada. Pero el presidente no quiere adelantar acontecimientos. «No soy un analista de encuestas, ya veremos qué dicen los españoles. Eso ya lo veremos».

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