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Situación en la que quedó la campana.
Se desprende una campana de 1.750 kilos en la catedral de Valencia

Se desprende una campana de 1.750 kilos en la catedral de Valencia

El 'Jaume' se desploma sin causar heridos y acaba de pie sobre la plataforma de madera situada en la sala de la torre de la catedral

paco moreno

Viernes, 26 de diciembre 2014, 14:34

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Susto y de los grandes el que ayer se vivió en la sala de campanas del Micalet, cuando en mitad del volteo de mediodía una de las piezas más grandes, el Jaume, se cayó con gran estrépito al romperse el soporte de la enorme pieza, de 1.750 kilos y fundida en 1429.

Quizás porque era el día de Navidad, por el azar que sonrió a los voluntarios que se esfuerzan cada día en los toques manuales, el caso es que la campana cayó de pie sobre la plataforma de madera a escasa distancia de las tres personas que se encargaban del volteo. En la sala había además espectadores, aunque tampoco hubo heridos entre ellos.

En la sala hay once campanas, por lo que la rotura en el Jaume no afectará a los toques previstos. El presidente del Gremio de Campaneros, Francesc Llop, indicó que hicieron algunas pruebas una vez caída en la pieza, la hicieron sonar sin que se constataran daños internos. En apariencia tampoco se observan fisuras ni grietas en el metal.

No obstante, precisó que eso depende ahora de los técnicos especializados, que realizarán un estudio completo de el Jaume para detectar posibles daños. En todo caso, consideró que lo más probable es que la restauración de la campana se realice fuera del Micalet para facilitar los trabajos.

«Es posible que haya que bajarla», indicó, tras precisar que desconocía el motivo del colapso de la pieza que sujetaba la campana. La sala permanecerá abierta en todos los toques, como ha sucedido siempre, para que el público observe el singular volteo que se realiza en el Micalet, donde los campaneros se sitúan prácticamente pegados a las piezas de cientos de kilos para empujarlas con cuerdas y las propias manos.

El Gremios de Campaneros se encarga en los volteos en la Seo desde 1988, siendo el incidente de ayer el primero registrado en todos estos años. «El mantenimiento regular que se hace es bueno», subrayó Llop, quien citó a modo de anécdota que la última campana desplomada sucedió a mediados del siglo XVIII.

El Jaume fue trasladado a Sevilla con motivo de la Expo 92. Con los ingresos generados por la cesión se logró restaurar una buena cantidad de piezas, además de la citada. A la espera de conocer el alcance de los daños y tras el alivio porque no se registró ningún herido, la cuestión ahora es encontrar financiación para que toda la sala de campanas esté completa de nuevo.

Los toques del Micalet se han popularizado estos años y los visitantes del campanario de la catedral aprovechan la visita al mirador para admirar el trabajo de los voluntarios, que manejan piezas centenarias con soltura para hacer realidad las composiciones.

Se utilizan para las señales diarias, festivas, de muerto y extraordinarias, según figura en la página web de la catedral. La más antigua es la Caterina, de 1305, hasta el momento la más antigua en uso de toda la Corona de Aragón, mientras que la más nueva es la Violant, de 1735.

Los otros tiples son la Úrsula, de 1438, la Bàrbera, de 1681, el Pau, de 1489 y el Arcís de 1529. De las grandes, el Vicent es de 1569, el Andreu de 1604, el Manuel de 1621, el Jaume de 1429 y la Maria de 1544. Estas dos últimas son las más grandes, con 1.750 y 1.765 kilogramos respectivamente.

Llop destacó el valor del conjunto, uno de los más numerosos de campanas góticas de toda España. Sólo están automatizadas la encargada de dar los cuartos y el Micalet para el reloj, así como la Bàrbera, para los toques de coro diarios, y el Manuel para el toque de cerrar las murallas y la Maria para las oraciones. La instalación de estas últimas no impide los toques manuales que realiza el Gremio de Campaneros.

En la web de este gremio (www.campaners.com) se indica que el campanario de la catedral ha tenido desde sus orígenes una relación escrita de los toques, que formaba parte de la «Consueta» o costumbres y usos litúrgicos de la Seo. Las piezas oscilaban y repicaban al menos desde la mitad del XV y en el XVI se impuso el volteo. (Más información)

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