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Rajoy interviene desde su escaño del Congreso en la sesión de control al Gobierno de ayer.
Rajoy avisa de que en la UE no hay voluntad de facilitar la adhesión a los secesionistas

Rajoy avisa de que en la UE no hay voluntad de facilitar la adhesión a los secesionistas

Margallo matiza que el Gobierno hará cumplir la ley en Cataluña «con proporcionalidad y prudencia» pero habla de riesgo de balcanización

PAULA DE LAS HERAS

Jueves, 18 de septiembre 2014, 00:28

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Hay diferencias claras entre Escocia y Cataluña, pero eso no impedirá que el referéndum sobre la independencia pactado por David Cameron y Alex Salmond tenga una incidencia clara en la vida política española. Mariano Rajoy lo sabe y por eso dedicó todos sus esfuerzos, durante la primera sesión de control al Gobierno tras la multitudinaria manifestación proconsulta de la Diada en Barcelona, a desmontar la idea de normalidad en torno a los procesos secesionistas. El presidente del Gobierno advirtió ayer de que nadie en Europa vive este tipo de situaciones con «entusiasmo». E incluso avisó de que no existe voluntad alguna de facilitar la adhesión a la UE de quien ahora opte por separarse de un Estado miembro.

Un día después de que el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, sembrara el desconcierto incluso entre los suyos al no descartar de manera expresa la suspensión de la autonomía catalana en caso de que Artur Mas opte por desobedecer la eventual decisión de Constitucional y convoque una consulta, Rajoy volvió a la estrategia de cautela, y al argumentario pragmático, para intentar aplacar las ansias soberanistas. No es la primera vez que apela a las consecuencias económicas de la independencia, pero en esta ocasión lo hizo con especial ímpetu.

El jefe del Ejecutivo no habló sólo en su nombre sino en el de la mayor parte de los 28 jefes de Estado y de Gobierno de la UE con los que dijo haber hablado. Aseguró que todos ven con inquietud el clima de inestabilidad institucional al que pueden conducir los distintos procesos secesionistas y los efectos perversos que, sin duda, tienen sobre la economía de los socios comunitarios. Es más, habló como hecho innegable de su impacto sobre el euro y sobre la deuda pública. «Producen recesión -llegó a afirmar- y pobreza para todos».

Ese fue su argumento para dar por bueno que la UE no recibirá con los brazos abiertos a los nuevos Estados que puedan surgir. Afirmó que en Europa, en general, se entiende que los procesos de independencia son «un torpedo en la línea de flotación» de su proyecto. «Porque Europa -dijo- nació para integrar. Lo que necesitamos son uniones fuertes».

Sus advertencias surgieron al hilo de una pregunta del portavoz del PNV, Aitor Esteban, que no sólo le conminó a aclarar si España propiciaría la entrada de Escocia en la UE en caso de que el sí venza en el referéndum de hoy, sino que le pidió que sea «demócrata» y siga el ejemplo de Cameron con el argumento de que el actual ordenamiento español permite celebrar consultas «sin efectos jurídicos» como la que pretende convocar la Generalitat. Un planteamiento del que discrepan el Gobierno y el principal partido de la oposición.

Rajoy aprovechó para recordar que Escocia «prácticamente no tiene competencias al lado del País Vasco, de Cataluña y de otras comunidades autónomas». Pero, en todo caso, acogió con satisfacción la cuestión inicialmente planteada por Esteban porque en ella iba implícita la asunción de que una región que se independice de un Estado miembro de la UE se convertiría automáticamente en un tercer Estado fuera del acervo comunitario, es decir, que si quisiera formar parte de la Unión tendría que solicitar su ingreso y esperar, quizá años, antes de ser admitida. Ocho años tardó España en entrar.

Advertencias y amenazas

El nacionalista vasco lamentó que la UE esté dipuesta a expulsar a ciudadanos que ya «forman parte» de ella al tiempo que pretende integrar a países que «se han desangrado en cruentas guerras», como es el caso de Serbia, que el pasado enero comenzó las negociaciones para su adhesión dentro de seis años. Y no fue el único que sacó a colación la cuestión de Cataluña en vísperas de la cita escocesa. También el diputado de CiU Pere Macías preguntó a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, sobre la respuesta que pretende dar el Gobierno a la manifestación de la Diada, y el portavoz de Amaiur, Mikel Errekondo, se enfrentó con García Margallo, al que acusó de lanzar «amenazas» contra el pueblo catalán y contra el vasco.

Margallo, que venía de matizar las palabras que tanto revuelo habían generado el día anterior -aseguró en los pasillos del Congreso que el gobierno aplicará la ley «con proporcionalidad y prudencia»- reaccionó soliviantado ante el parlamentario de la formación que acoge a los herederos de Batasuna. «Decir que se hará cumplir la ley no es amenaza sino advertencia», dijo.

El ministro ahondó en la idea de Rajoy de los peligros del secesionismo para la UE. Y arguyó incluso que la secesión de Escocia sería una «catástrofe» y «acabaría en un proceso de balcanización que nadie quiere en la UE». Menos catastrofista, Sáenz de Santamaría llamó a «trabajar juntos y sumar esfuerzos».

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