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Descendencia asegurada
XLV

Descendencia asegurada

Segundo derivado de la nueva plataforma modular de la marca, el XLV es una apuesta clásica de la firma coreana: colocar un coche distinto en un segmento pequeño, con buenos argumentos de venta y un precio rompedor.

JAVIER GALILEA

Lunes, 13 de junio 2016, 16:29

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SsangYong es una pequeña pero vieja conocida marca en España, con una brillante reputación que se ha ido forjando alrededor de diversos vehículos todo terreno, y del Rodius: el enorme monovolumen de particular estampa, sin rival por precio, tamaño y presencia, del que se han vendido nada menos que 17.000 unidades en España.

Recordemos que bajo el paraguas financiero del gigante indio Mahindra, la marca se encuentra inmersa en un ambicioso proceso de consolidación industrial, que tiene como objetivo poner en la calle un modelo nuevo cada año de aquí a 2021 y doblar la producción hasta las 300.000 unidades, como resultado de la inyección de casi 1.500 millones de euros. La marca lleva ya dos trimestres consecutivos en números negros y lo cierto es que el ambiente positivo se respiraba también en la presentación a la prensa más multitudinaria que SsangYong había convocado nunca.

Alternativa apetecible

Enmarcado en el segmento de los monovolúmenes compactos, donde los Scènic, Picasso y C-Max campan a sus anchas, el XLV ofrece cinco plazas y un enorme maletero. Hasta aquí, nada nuevo. Sin embargo, merece la pena detenerse en el elaborado diseño exterior, que sin ocultar su inspiración en el Rodius, ofrece una combinación de elementos de última hornada: luces led, cromados e imitaciones a carbono, calandra fina y marcados pasos de rueda y zaga, acabados con distintos tonos de plásticos, francamente resultones.

El interior, en la línea que ya presentó el Tívoli hace ahora un año, desprende una sensación de calidad, diseño y buen ajuste, realmente nunca vista en la marca. Y mientras que la competencia se ha ido a diseños básicamente futuristas, el XLV gustará a quienes esperan un salpicadero que se parece más al de cualquiera de los SUV de moda, con diales enmarcados, dos pantallas (la central, táctil y por fin, con navegador integrado; caprichos de la importación), grandes asientos muy cómodos (los delanteros, premiados; los traseros, inclinables como los del tren), y guarnecidos de calidad.

Más atrás, el maletero tiene vida propia, con 574 litros en configuración normal y 720 quitando el doble fondo y la bandeja portaequipaje que por cierto, está felizmente articulada como en muchos hatchbacks de los ochenta, ocultándose contra el respaldo sin molestar. El suelo es plano cuando se pliegan los respaldos y en esa configuración, literalmente, parece una buena furgoneta.

La oferta mecánica es reducida, basada en un bloque único de 1.6 litros que desarrolla 115 o 128 caballos según sea de gasóil o gasolina, respectivamente, pero muy digna por su rendimiento y configuración: start stop, distribución por cadena, bomba de aceite de flujo variable, etc. Y como en Corea manda el grupo Hyundai, el cambio manual y la dirección están firmadas por el gigante, al tiempo que la automática es lo más moderno que tiene el fabricante japonés Aisin.

Sin ninguna oferta especial ni conjunciones planetarias, cualquiera que entre por la puerta de un concesionario puede llevarse un XLV gasolina desde 16.000 euros con ninguna laguna importante, o por 18.500 equipado con todo. Los diésel, entre 20 y 24.000, éste último, automático, con cuero, techo, navegador, cámara trasera, y siempre con cinco años de garantía.

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