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Las manzanas en cuestión, ubicadas entre Lardero y Labradores (desde Vitoria a Pérez Galdós), vistas desde lo alto de la Torre Blanca de la Gran Vía. :: Juan Marín
Tres manzanas entre Pérez Galdós y Vitoria registran la mayor densidad de población

Tres manzanas entre Pérez Galdós y Vitoria registran la mayor densidad de población

El área urbana comprendida entre Lardero y Labradores concentra hasta 600 habitantes por hectárea

Javier Campos

Logroño

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Lunes, 23 de abril 2018, 08:30

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De lo general... a lo particular. Las estadísticas dan mucho de sí y ofrecen tantos titulares como combinaciones. Por un lado, las calles más pobladas: Duques de Nájera, con 3.583 vecinos; Huesca, con 3.273; avenida de la Paz, con 3.162; Pérez Galdós, con 2.689; y Vara de Rey, con 2.404. Y por el otro, las secciones censales con mayor densidad de población: la 24 del distrito 4, la 17 del 4, la 5 del 3, la 20 del 4 y la 15 del distrito 4 -otra vez-. Son sus denominaciones oficiales sobre el mapa de Logroño; pero, ¿qué áreas urbanas se esconden tras cada una de ellas?

Según refleja la memoria elaborada a través del padrón municipal por el departamento de Estadística, Banco de Datos y Observatorio de la Ciudad del Ayuntamiento de Logroño, la manzana delimitada por las calles Ciudad de Vitoria, Lardero, Pérez Galdós y Fundición, con 661,22 habitantes por hectárea, es la zona con mayor concentración de residentes de la capital de La Rioja -972 logroñeses habitan en 1,47 hectómetros cuadrados (recordar que cada hectárea equivale a 10.000 metros)-.

La segunda, con solo una manzana de por medio (la ubicada entre Vitoria, Fundición, Pérez Galdós y Chile sería la quinta con mayor densidad), es la comprendida entre Ciudad de Vitoria, Chile, Pérez Galdós y Labradores, con hasta 614 habitantes por hectárea.

Atendiendo a la superficie y población de cada distrito (Logroño se divide en 6) y cada sección censal (hasta las 109 que hay en la capital de La Rioja), y según la distribución vigente desde el 1 de enero del 2017, el área comprendida entre las calles Ciudad de Vitoria al norte, Lardero al Este, Labradores al Oeste y Pérez Galdós al Sur es la zona de Logroño con mayor densidad, es decir, con más habitantes por hectárea. Tres manzanas, muy céntricas, que alcanzan los 600 vecinos por hectárea a partir de las cuales se sitúan las mayores densidades que, lógicamente, van descendiendo según se aleja uno del centro de la ciudad.

De más de 600, se incluye también la sección 5 del distrito 3, es decir, la comprendida entre Ingeniero La Cierva, Belchite, Pino y Amorena y Vara de Rey. Y por encima de 500 aparecen otras dos: el área delimitada por las calles Torremuña, Chile, Duques de Nájera y Labradores y la delimitada por las calles Primo de Rivera, Santos Ascarza, avenida de la Paz y Villegas. Con 475,47 habitantes por hectárea se ubica la zona comprendida entre General Urrutia, La Campa, Gonzalo de Berceo y Beratúa.

La densidad también se explica por la población emigrante con pautas de natalidad más altas

Ya sobre el resto, destaca la sección censal existente entre la avenida de Viana, Capitán Gaona, avenida de la Paz-Muro de Cervantes y Rodríguez Paterna -Villanueva incluida al completo-, que con 290,79 habitantes por hectárea presenta la densidad más elevada del distrito 1, y que incluye buena parte del Casco Antiguo.

Resalta también el área comprendida entre avenida de la Paz, Obispo Fidel García, Duquesa de la Victoria, Obispo Lepe, Obispo Blanco Nájera, Lobete, Obispo Rubio Montiel y Autonomía de La Rioja, es decir, donde en su día se levantaba el hospital San Millán -hoy Carpa-, que con 90,24 habitantes por hectárea registra la menor densidad del Logroño consolidado.

Menores densidades

Las menores densidades logroñesas, en cualquier caso, algunas de poco más del habitante por hectárea, se registran en zonas de la periferia: alejadas del centro, como Varea, que se incluye en la misma sección que el polígono de La Portalada; y el barrio de Fardachón, que aunque habitado contabiliza entre su superficie los sectores al Sur y al Oeste del Alcampo -Prado Viejo-.

Todo ello, sea como fuere, tiene una explicación. Dicho de otro modo, el mapa de la densidad de población en Logroño no es nada extraño y su distribución es la que es por, sobre todo, la propia evolución y crecimiento que ha sufrido a lo largo del tiempo. «La imagen que proporciona Logroño en cuanto a la densidad de población de sus secciones censales es producto de su geografía y de su evolución demográfica. Geográficamente, hay zonas de fácil expansión, como es el Oeste (Valdegastea, El Arco) o el Sur (Cascajos, La Cava), mientras que el centro no puede crecer en extensión. La zona Centro, bastante poblada aunque haya comenzado a perder vecinos, tiene superficies censales pequeñas, por lo que hay una mayor densidad de población», explica a Diario LA RIOJA el director del área de Ciencias Sociales del Instituto de Estudios Riojanos (IER), Enrique Ramalle.

A su juicio, que la zona de Ciudad de Vitoria, Labradores, Chile y Pérez Galdós tenga también una mayor densidad de población es debido a que en ella vive numerosa población emigrante con pautas de natalidad más elevadas y que, a su vez, viven en secciones censales de superficie pequeña. Algo similar ocurre con la zona al norte de avenida de la Paz. Por el contrario, según su análisis, la zona de El Arco, al Oeste de la ciudad, en la que hay grandes extensiones ajardinadas, necesita una mayor superficie para alcanzar el número de habitantes que componen una sección censal.

«La densidad de población de las secciones censales proporciona también una idea o una imagen de lo cercano o alejados que viven los vecinos de una zona, pero no sólo eso. No hay sólo una interpretación estadística, sino que, como se conoce por los trabajos de antropología urbana, el espacio construido modifica las pautas de conducta de las personas. No es lo mismo vivir y convivir alrededor de una plaza, que en una zona de calles estrechas. Igualmente, el espacio, las calles, las plazas, son lugares de interacción social, que participan en los procesos de construcción de la identidad social y cultural, configurando espacios donde nos sentimos 'como en casa' y espacios en los que nos sentimos extraños», apunta Ramalle.

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