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El jurado, con el representante de La Simpatía. :: L.R.
Al rico, rico zurracapote

Al rico, rico zurracapote

La peña La Simpatía ganó el III Concurso que organizó la Federación de Peñas

M. J. LUMBRERAS

Miércoles, 27 de septiembre 2017, 23:48

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logroño. No hubo mucha discusión. El zurracapote de la peña La Simpatía ganó el concurso de la Federación de Peñas, que ayer celebraba su tercera edición. El jurado designado para la ocasión, que formaban José Ramón Jiménez, educador en vino; Noemí García, de la Federación de Peñas; Antonio Corral, de Canal Ebro; Ángel Rivas, de Pámpano Eventos; Francisco Iglesias, concejal del Ayuntamiento; y Juan José Sánchez, también de la Federación de Peñas, lo tuvo bastante claro una vez hubo probado los diez zurracapotes distintos que concurrieron al certamen.

Si en otras ocasiones se probaron más de una vez los zurracapotes finalistas, esta vez no fue necesario porque enseguida se pudo elaborar una clasificación que encabezó La Simpatía y a la que siguió el zurracapote de la peña Los Brincos, mientras que en tercera posición quedaron empatados La Rondalosa y el Club Taurino.

Todo eso se supo después, porque los jurados se fueron sirviendo el bebedizo de jarras de barro ciegas; es decir, en las que no venía ninguna referencia a su procedencia. Lo más, un número en el 'culo' de la jarra que, elevándola, miraban los catadores para luego anotar su puntuación en las hojitas que se hicieron al efecto. Los puntos, del 1 al 3. Y se evaluaron tres categorías. El frescor, el dulzor y el sabor. El 1 se lo llevaba el peor y, el 3, el mejor. El método quedó claro y resuelto antes de que empezara a correr la bebida. Aunque se dispuso algo para picar, lo cierto es que, para evitar interferencias, se tomó algo de pan y el jamón sólo se tocó al final, ya con la labor hecha.

Encabezó La Simpatía y luego siguió Los Brincos; empatados quedaron La Rondalosa y Club Taurino

Lo que más gustó a los jurados del zurracapote de La Simpatía fue que resultaba muy fresquito, apetecía volver a tomar, que no era muy dulce y que tenía suficiente sabor, con no mucha canela. En resumen, que resultaba muy equilibrado, dijeron al final. Porque había de todo, incluso uno que era «dinamita», según contaban los catadores.

Así, la bebida de fiestas por excelencia, la que gusta compartir con amigos y con desconocidos si se tercia a golpe de porrón, tuvo también su hueco en el programa festivo, dado que de hecho ya lo tiene en los chamizos de colectivos, entidades y cuadrillas y en los hábitos y costumbres de los disfrutadores de estos días.

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