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Juan Bautista, en plena lidia. :: juan marín
FINAL DE FERIA FELIZ

FINAL DE FERIA FELIZ

MI PUNTO DE VISTA - JUAN CRUZ GASTÓN

Domingo, 1 de octubre 2017, 23:37

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De todo, como en botica. Así ha sido la feria matea de 2017 con un saldo de orejas cortadas de 14 en seis festejos: una media superior a dos orejas por tarde si hubieran sido equitativamente repartidas. Claro que no ha sido así. La feria empezó bien con la novillada de La Quinta y finalizó mejor, mucho mejor. Curiosamente tanto en el primer festejo como en el último se cortaron un número igual de trofeos (cuatro cada tarde) y ante reses de la misma sangre Vistahermosa. Casualidad, sí, o quizás no, porque esa casta ha sido la madre del noventa por ciento de las ganaderías bravas, si bien cierto es que a lo largo de su historia ha pasado por numerosos ganaderos que le han imprimido caracteres diferentes con arreglo a su personalidad.

Vayamos por partes. La novillada de La Quinta, con más peso que algunos toros de la feria, dio un juego que satisfizo a la mayoría. Valadez cortó dos orejas a su segundo novillo y Cadaval y Toñete, una por coleta. Nadie se aburrió en el primer festejo, novillada picada. Corrida mixta fue el segundo festejo. Pablo Hermoso de Mendoza no tocó pelo, pero sigue siendo el rey del toreo a caballo. Talavante cortó dos orejas, una en cada toro y Roca Rey, una en el que cerró plaza. En la corrida de Juan Pedro Domecq, Ponce cortó una oreja a su segundo toro y José Garrido, otra a su primero. También se llevó una orejita el debutante L.D. Adame. Que le aproveche. Una oreja con dos vueltas al ruedo ganó Diego Urdiales a un toro de El Pilar, en faena emocionante, vibrante e importante dadas las condiciones del burel, mientras que Perera y Cayetano se iban de vacío. En la corrida de Zalduendo, Joselito Adame consiguió saludar desde el tercio. Creo que mereció, como mínimo, una vuelta al ruedo. Cierto que tuvo los dos únicos toros con embestida, pero en su primero mereció más. Tanto Juan Del Alamo como Ginés Marín se estrellaron ante sus lotes. La corrida del cierre, la de Victorino Martín, dejó el sábado muy buen sabor de boca. Merece capítulo aparte. Muy bien, excelente, el torero francés Juan Bautista. En su primero bordó el toreo, el buen toreo. Tanto la corrida del de Galapagar como la faena de Bautista son los ganadores claros de la feria matea.

El protagonista de la fiesta es el toro, digan lo que digan los públicos. Poco bueno que decir de las cuatro primeras corridas. Sin fuerzas ni casta y estrellándose los toreros.

El público, salvo unas muchas excepciones, fue muy generoso, demasiado. Así no llegaremos a ser lo que fuimos hace dos décadas. Lástima, pero es así. En cuanto a la música, menos mal que se 'calmaron' a partir del cuarto festejo porque arrancaban a tocar desde los primeros muletazos y no digamos nada de las bandas de las Peñas Populares: deberían meditar un poco lo de tocar los instrumentos inmediatamente que sale el toro. De verdad es, por lo menos a mí me pasa, que no podemos calibrar las intenciones del público, los sonidos de los instrumentos tapan las posibles ovaciones y palmas a los toros y a los toreros.

En cuanto a la autoridad, estuvo muy bien en una plaza con vocación seria, perdida hace años. Sin problemas para el debutante presidente: Víctor Marchena. Mi felicitación para Manolo González González, que ha 'bailado' con la más fea, el día de la petición de las dos orejas y con la petición del 'indulto' del victorino, que también toreó Juan Bautista. Digan lo que quieran pero solo así se hace afición. Entiendo que los del palco, presidente y asesores veterinario y artístico, cuando hay discrepancias en el ruedo, cuando hay divisiones en los criterios, no lo tienen que pasar muy bien, pero cuando hay casi unanimidad completa, caso de la segunda oreja a Diego Urdiales en la corrida de El Pilar y de la petición de indulto para el toro de Victorino, se tiene que pasar fatal. Aguantar el 'chaparrón' con fuerza huracanada es de legionarios.

Tengo una duda, bueno, yo no la tengo, pero se generó y también soy partícipe sobre la corrida de Victorino Martín, posiblemente la más terciada de las muchas que ha lidiado en Logroño. ¿Que hubiera pasado si el primero de la tarde, terciado, terciado, hubiera sido de cualquier ganadería de las llamadas comerciales? Seguro que se hubiera protestado con fuerza. Otra duda, que yo no tengo, ¿cuál hubiera sido la reacción del respetable, cuando varios, casi todos, doblaron los remos en el caballo?, ¿y en el tercio final si hubieran sido de cualquiera de los que matan las llamadas figuras, que no me parece tengan mucha vista por los muchos fracasos que les 'ofrecen' los hierros ' dulces ? Confieso mi asombro cuando salió el primer toro de la tarde y hubo un montón de palmas. ¿Estábamos en Logroño o en una plaza de carros ? Lo que es la psicosis. Conste que un servidor salió encantado de la plaza por el éxito ganadero y del toreo. Los toros, siempre lo hemos dicho, tienen que tener trapío, dentro de su casta. Por grandes no son mejores.

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