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Alta diversión en San Matías

Los Inhumanos protagonizan un entretenido concierto organizado por la peña La Rioja y en el que no faltaron ni sus éxitos ni el cachondeo

Diego Marín A.

Logroño

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Martes, 19 de septiembre 2017, 13:32

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A veces ocurre. Uno no juega nunca a la lotería, cumplimenta un boleto y le toca una millonada. Uno no sabe nada de fútbol, rellena una quiniela y acierta hasta el pleno el 15 de una quiniela. Uno da una patada a una seta y aparece un gnomo que le concede tres deseos. El concierto de anoche de Los Inhumanos reunía todos los elementos para no triunfar: un antiguo grupo de principios de los años 80, un lunes, lloviendo y en una esquina de la ciudad, la calle San Matías. La peña La Rioja apostó por ello y ganó porque propició una actuación divertidísima que a ninguno del millar de espectadores que se reunieron allí pudo desagradarle la broma. Y Los Inhumanos tienen gracia.

Musicalmente, incluso se podría decir que el teclista, el guitarra, el bajo y el batería con el que contaban eran buenos, aunque apenas se pudiera apreciarlo, primero por la música en sí, que se basa en unas letras básicas, tontas, a modo de chiste; y segundo porque los altavoces de la parte izquierda del escenario no sonaron. Sí se pudo notar cuando, al final de la actuación, durante las presentaciones, los músicos ofrecieron algunos solos, el guitarrista de pronto distorsionó y el bajista, por ejemplo, se atrevió a interpretar el ‘Seven nation army’ de White Stripes. Fue hasta transgresor porque después de esta canción de rock sonó la rural ‘Paquito chocolatero’. Increíble. Junto a los cuatro músicos subieron al escenario ocho tipos, seis disfrazados de monjes, uno de troglodita y otro del superhéroe ‘Supermal’, un hombre bajito y calvo, parodia de Superman, que la gozó haciendo el gamba durante dos horas. Y probablemente de los doce amigos que formaron originalmente Los Inhumanos sólo el cantante, Sergio Aguado, resiste el paso del tiempo, puesto que alguno de sus acompañantes (El Chincheta, Mortadelo, El Pelos…) podría ser perfectamente su hijo.

Los bares Luna y Viejo Roble puede que nunca antes tuvieran tanta clientela, e incluso la carnicería Piedad podría haber hecho el agosto si hubiera abierto, imbuido el público del cachondeo y la alegría de la banda. Sonaron casi todos los éxitos de Los Inhumanos, a la sazón: ‘Aleluya mix’, ‘Maroto, el de la moto’, ‘Ay, qué ciego voy’, ‘Te casaste, la cagaste’, ‘Me duele la cara de ser tan guapo’, ‘Las chicas no tienen pilila’, ‘Una pareja feliz’, ‘Qué difícil es hacer el amor en un Simca 1.000’, ‘Nellie el elefante’, ‘Alcohol, alcohol, alcohol’, ‘Quiero volver con mi mamá' y, sin duda, su canción bandera, ‘Manué’ («Manué, no te arrime a la pared, que te va a llenar de cal»). No obstante, algún espectador, al parecer fiel seguidor del grupo valenciano, echó en falta el tema ‘Juanita banana’. Hubo tres momentos clave en el concierto: el primero, cuando subieron al escenario al miembro de la peña ‘Carlitros’, que calzaba unas J'hayber de la época de los primeros discos de Los Inhumanos, para interpretar ‘Te casaste, la cagaste’; el segundo, cuando subieron a una treintena de niños para homenajear a ‘Los payasos de la tele’ cantando ‘El auto nuevo’, ‘La gallina Turuleta’, ‘Hola, don Pepito’ y ‘Susanita’; y el tercero, cuando finalizó el concierto interpretando de nuevo el ‘Aleluya mix’ con buena parte de la sección femenina de la peña La Rioja sobre el escenario, formando una conga sobre el mismo, un auténtico caos.

Para colmo, hubo hasta versiones, la de ‘Vivir así es morir de amor’ y Camilo Sesto y el ‘I will survive’ de Gloria Gaynor. Bromearon, se tiraron sobre el público, hicieron un concurso de eructos… y encandilaron a una juventud que no había nacido cuando Los Inhumanos dejó de triunfar. Llamar a eso música tal vez sea una aberración, pero fueron dos horas de pura diversión que pasaron rápido y que lograron su objetivo de entretener, de poner una sonrisa en los rostros de los espectadores, algo muy difícil. Y si algo hay que reconocer a Los Inhumanos es que fueron pioneros en introducir el humor en la música, algo a lo que después se fueron enganchando grupos como No me pises que llevo chanclas, Los Petersellers y, más recientemente, Los Gandules y Las Bistecs.

El concierto de anoche fue como ver actuar a Makoki ‘El Can’ y su grupo Vela -por cierto, extrañamente ausente del programa de San Mateo sin que nadie se haya manifestado en contra-, pero con uniformes. Porque también fue un festival de disfraces, casi exhibieron más que canciones en el repertorio. Ellos mismos se definieron como «incombustibles» e «irrepetibles», y en buena parte tienen razón, aunque cabe recordar que en el 2014 un insólito tributo a Los Inhumanos actuó como telonero de Los Chunguitos en Ribafrecha. Al final, para despedirse entre sinceros y agradecidos aplausos, después de haber repartido globos con forma de corazón, cantaron aquello de «Llegó el triste momento de acabar esta canción. No es más que un hasta luego, no es más que un simple adiós. Muy pronto volveremos a destrozar otra canción». Quizá no sea para tanto. No es la Orquesta Sinfónica de Viena, cantan canciones de hace 35 años, pero tienen gracia, hacen reír y consiguieron que mil personas disfrutaran, sin importarles la lluvia que cayó durante varios minutos. Eso lo logran muy pocos y tiene verdadero mérito.

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