Borrar
Niños y grandes formaron parte ayer, durante una hora, de la gran familia circense en las carpas del Gran Circo Mundial, en el Ferial. :: Díaz Uriel
Una hora con la gran familia circense

Una hora con la gran familia circense

La escuela del Gran Circo Mundial mostró al detalle las variadas habilidades de sus artistas

M. J. LUMBRERAS

Domingo, 2 de octubre 2016, 00:51

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Lo llaman escuela de circo del Gran Circo Mundial, pero lo que ayer ofrecieron sus artistas fue una función concentrada en una horita en la que los chavales y sus padres tuvieron su buena cota de protagonismo. Con maestro de ceremonias, como cada tarde, la sesión se inició al son de Candilejas, con un payaso mostrando el ritual que sigue para maquillarse. Que si los polvos blancos, que si la naricilla de color... Y, cuando se puso la peluca con los pelos tiesos para arriba se oyeron las primeras risas del público infantil. Después se repitieron porque el payasito hizo gracietas con un rastrillo que terminó en medio armónica.

'El hombre de las mil voces' utilizó para su número de ventrílocuo a tres progenitores voluntarios a los que hacía gesticular para ponerles él las voces que quería. Más risas del respetable y de los propios protagonistas. Vino después 'El príncipe de los diábolos', capaz de hacer girar estos elementos a los ritmos más variados y a la velocidad más sorprendente. Seguro que alguna vez ha alcanzado las lámparas de la carpa porque hasta allí lanza estos elementos para recogerlos a continuación. Un chavalito quiso probar y, cuando el niño vio la rapidez con la que se le movía el diábolo, guiadas sus manos por las del artista ruso, no pudo evitar la cara de susto.

Un mago no conseguía mantener quieta una mesa en el suelo. Le salía volando como si tuviera vida propia. Le cogía los extremos al mantelito que llevaba y... era un no parar de danzar por los aires. Zanjó el asunto con su ayudante saliendo de una caja con fuego.

La actuación de varios payasos con trompetas entre las gradas entretuvo el cambio en la pista. Un número de enormes elefantes enmudeció a más de un pequeño. Y más cuando, entre los elefantes en plena actividad, asomaba una de las domadoras sobre un caballo.

El broche final lo pusieron, claro, Fofito y Mónica Aragón. Y sólo tienen que tirar del repertorio clásico de los 'payasos de la tele' para meterse a los críos y a sus entregados padres en el bolsillo. Así que, con ayuda desde la pista de cuatro niños voluntarios, entonaron el tema del auto de papá y que si túnel, que si curvas, que si baches... todos acabaron que si para arriba, que si para abajo en los asientos.

El cierre de la escuela fue como el de una función, con todos los artistas saludando en la pista tras haber pasado entre las gradas. ¿Aprendieron los niños? Bueno, no lo suficiente para desarrollar ninguna de las disciplinas, que son muchas, de las que se practican en el circo, pero sí vieron a quienes hacen y quieren el circo de una forma más próxima, más de tocar.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios