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El batería y señor de Mägo de Oz, en una imagen promocional. :: l. r.
«No bajo a comprar el pan con los ojos pintados y una camisa de chorreras»

«No bajo a comprar el pan con los ojos pintados y una camisa de chorreras»

Mägo de Oz

Teri Sáenz

Domingo, 18 de septiembre 2016, 18:10

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Además de batería y fundador de Mägo de Oz, Txus di Fellatio (Bilbao, 1970) es la piedra angular del singular envoltorio y la intrincada esencia de una de las bandas más icónicas del panorama nacional con ya casi 30 años de vida.

- ¿No había un nombre menos naïf para bautizar un grupo tan fiero?

- En los años 80, todos los grupos de rock y heavy tenían nombres muy bélicos. Barón Rojo, Obús, Panzer... Desde el principio siempre quise que la nuestra fuera una banda completamente distinta a lo que se hacía entonces y siempre me había fascinado la película de Mago de Oz por todo el mensaje que contiene, sus alegorías, la idea de buscar tu propio camino. Lo propuse, nadie se opuso y así se ha quedado. De todos modos, en aquella época jamás soñé que grabaríamos un disco ni mucho menos llegar a vivir de la música.

- ¿En qué parte del camino de baldosas amarillas que lleva a la meta en la película está su Mägo de Oz?

- Tirando de un símil futbolístico, diría que nos encontramos en la segunda parte del partido. Ya veremos si hay prórroga pero, desde luego, a los penaltis no pienso ir. Cada cosa tiene su momento y yo ya he cumplido 46 años. No pienso arrastrar a la banda por los escenarios haciendo una cosa de señores muy mayores que reviven el pasado tocando una y otra vez 'Fiesta pagana'.

- Será usted quien marque la retirada, porque Mägo de Oz es un proyecto muy personal.

- Es cierto que yo monté el grupo con un 'núcleo duro' de amigos y luego ha pasado por él bastante gente, con cambio de cantante incluido. Sin embargo, no ha pasado nada porque Mägo de Oz hace tiempo ya que es una marca mundial en sí mismo y no hay nadie imprescindible. El único indispensable es el público. Nuestros únicos jefes.

- Lo que también es inherente a Mägo de Oz es la pirotecnia de sus directos, una imagen agresiva, los himnos grandilocuentes.

- No puede ser de otra forma porque mi concepto del rock es de un gran espectáculo. Una ventana que abres al público invitándole a que se asome al mundo que le quieres mostrar. Igual que no me imagino a Plácido Domingo haciendo Otelo en vaqueros, nosotros representamos durante dos horas el mundo de Mägo de Oz con la intención de que la gente lo comparta. Y para eso necesito las armas que da nuestra iconografía, la ropa, una determinada actitud.

- ¿También en casa viste de riguroso negro y luce tachuelas?

- Claro que cambio cuando se apagan las luces. Esto es un trabajo y no bajo a comprar el pan con los ojos pintados y una camisa de chorreras. Con 19 ó 20 años vistes así a todas horas para reivindicar que eres un rockero auténtico; ahora, cuando vuelvo a casa cuelgo la chaqueta de cuero y también el personaje para ser simplemente Txus. Ponerme bermudas y unas chanclas con las que leer cómodamente el periódico. Los que se piensan que habitamos un mundo de jacuzzis, boas en el cuello y chicas exuberantes se equivocan. Mi vida no es complicada.

- Otra de sus señas de identidad es el afán por hacer discos conceptuales e introducir múltiples referencias literarias en las canciones.

- Siempre tuve claro que quería elevar el nivel de las letras. Superar el 'Hey chica, vente a la parte de atrás de mi coche' y acercar a clásicos como Luca de Tena o Cervantes. La cultura no se puede imponer a la gente joven ni a un chaval se le puede obligar a a leer 'El Quijote' con 14 años. Debe ser algo progresivo, y es más fácil llegar al original escuchándolo de mano de tu banda preferida. Me siento muy orgulloso de ello.

- ¿Por eso han llegado a un público tan heterogéneo?

- Seguramente. Y también por hacer una música que mezcla estilos y se atreve a introducir flauta, gaitas y violines con el rock duro.

- ¿Y eso no les trae críticas de los más puristas del heavy?

- A diario. Pero no me preocupa en absoluto. Para mí no hay música rock, pop o heavy sino buena y mala música. Querer poner etiquetas a las canciones tiene tan poco sentido como querer etiquetar un beso.

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