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Y los peces casi se van nadando

Y los peces casi se van nadando

Otra nueva jornada con la lluvia como protagonista desluce el día de San Bernabé y el tradicional reparto del pan y del pez

Luismi Cámara

Jueves, 11 de junio 2015, 18:09

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El aviso de la víspera ya fue importante, aunque la lluvia no impidió que se celebrara la ofrenda de flores en las Murallas del Revellín. Hoy no iba a ser menos y Logroño cumplió con la tradición del reparto del pan y del pez por San Bernabé pese al agua, los truenos y un tiempo que animaba más a quedarse en casa que a formar filas frente al 'asentamiento' de la Cofradía del Pez junto al símbolo de la resistencia de los logroñeses ante los franceses en 1521, capitaneado por el ínclito Lorenzo Cañas en los fogones. Al comienzo de la mañana, tras los chaparrones tempraneros, parecía que el cielo daría una tregua al santo y le permitiría disfrutar de su día. De hecho, pasadas las 10.00 horas, el momento habitual de la apertura al público hubo hasta momentos de sol. Pero sólo fue un respiro momentáneo, hasta que el agua volvió a caer con la intención de hacer que los peces salieran nadando de vuelta al río y de calar hasta el tuétano a aquellos osados que pretendían tentar a la suerte echándose a la calle.

Pero, pese a que el prestigioso cocinero riojano reconocía que no había vivido en 40 años un día tan intempestivo como el de hoy -aunque recordaba que, en una ocasión, hace ya mucho tiempo, tuvieron que refugiarse en las escuelas de Trevijano-, los fieles se mantuvieron firmes, paraguas en mano y capuchas ceñidas, para recoger su pez, su bollo de pan (tambíen disponibles para celíacos) y la jarrita de vino. 900 kilos de truchas y 28.000 bollos había preparados para el reparto. Y en acabar con todas las reservas se esmeraron los 40 cofrades y los 150 voluntarios dispuestos a doblegar al cielo y honrar al patrón.

Los 'banderazos' -que la alcaldesa en funciones ha dedicado a los logroñeses del 1521; al Teatro Bretón y a los 27 concejales de la última Corporación municipal- también se han visto afectados por la climatología y el mal tiempo ha impedido que participara en la procesión la Virgen de la Esperanza y que la imagen de San Bernabé saliera envuelta en plásticos.

El día tuvo sus respiros entre chaparrón, calabobos y más chaparrones. Hasta los gigantes y los cabezudos se asustaron y tuvieron que esconderse bajo los arcos de Portales a la espera de una mejor ocasión. Pero cada uno de esos momentos de alivio y hasta de luz fueron aprovechados por todos aquellos dispuestos a hacer de este día otra jornada especial. Los mercados no pararon; los encargados de las degustaciones se protegían como podían mientras servían raciones a diestro y siniestro de caracoles, migas, huevos revueltos con champiñón, choricillo...; las peñas animaban en los bares, bajo cualquier repisa o a pecho descubierto por las calles al ritmo de sus charangas y al grito de "Avalancha, avalancha"; los grupos de danzas regionales brindaban sus bailes por las peatonales, a la espera de poder participar en las jornadas del folklore riojano en la concha del Espolón. En cuanto asomaba el sol, se abría el manto de paraguas, la marabunta de champiñones andantes que se podía divisar desde lo alto de Portales. El caso era gozar de San Bernabé sin tener que esperar al año próximo.

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