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Viernes, 17 de noviembre 2017, 08:09
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Lo de los quioscos-bar municipales en Logroño, como casi en todas las ciudades que comparten modelo, va por barrios. La capital de La Rioja contabiliza un total de ocho establecimientos públicos en parques urbanos y otras zonas de esparcimiento, tres de los cuales están cerrados tras años de licitaciones y adjudicaciones fallidas (concursos desiertos, renuncias, impagos...).
Según los datos facilitados por el propio Ayuntamiento de Logroño, las concesiones administrativas para la explotación de bares-cafeterías actualmente en vigor son las de La Playa -El Rincón de Julio-, la del parque del Carmen -La Fundación-, la del parque Gallarza -Planeta Ñ-, la del embarcadero (la concesión más reciente) y la de La Grajera -La Cabaña del Tío Juarvi-.
Todas ellas llevan años funcionando, sin quebraderos para la Administración al tratarse de negocios asentados y consolidados, y contrastan con los tres locales actualmente cerrados y que el equipo de Gobierno, tras meses a la espera de saber qué va hacer con ellos, anuncia que saldrán a concurso «próximamente».
La Rosaleda en El Espolón y los de los parques del Ebro y de La Ribera -ambos forman lote generalmente- van sumando meses cerrados sin que se sepa nada de su futuro. La última noticia de los mismos data del pasado verano, cuando el PSOE solicitaba que se concretase «de una vez por todas» tanto las posibles obras de mejora barajadas como la licitación para su reapertura.
Desde entonces... nada. «Son buenos sitios, con ubicaciones estratégicas y muchas posibilidades. Depende de muchos factores, aunque en gran parte de cómo los trabajes», explica Marcos Tenorio, adjudicatario del Planeta Ñ, de Gallarza, y de El Embarcadero. Tras nueve y cinco años de concesión, respectivamente, el hostelero recuerda que, en su día, ambos locales también quedaron desiertos, cerrados, y con un futuro tanto o más incierto. Hoy, funcionan y podrían servir de ejemplo para los tres que no acaban de levantar la persiana.
José Antonio Portela, adjudicatario del café La Fundación del parque de El Carmen desde hace 14 años, considera que todo negocio de hostelería necesita una mayor seguridad y continuidad de la que generalmente se ofrece en los pliegos de condiciones. «Llevo aquí desde que se reformó el parque, a principios de los años 2000, diez años de contrato y tres de prórroga que, tras las obras acometidas por mi parte, se ampliaron hasta el 2020. Tres años no bastan, pues es a partir de ahí cuando se empieza a amortizar la inversión en el mejor de los casos», concluye quien, además, pide 'primar' en futuras licitaciones a quienes han explotado con éxito los quioscos-bar.
Justo ese caso es el que se vive en La Grajera con La Cabaña del Tío Juarvi, cuyo contrato vence el 31 de diciembre de este año. Quienes regentan el local, con vistas al pantano, llevan 13 años levantando el negocio y ahora ya saben que saldrá de nuevo a licitación con todo lo que ello conlleva. Por ello, recuerdan que cuando lo cogieron apenas iba nadie, pero que con su trabajo se ha convertido en su modo de vida.
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