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DESFILANDO

JAVIER CAMPOS - DIARIO DE UN HOMBRE LOCO

Lunes, 4 de junio 2018, 00:14

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Raúl se levanta como cada mañana y se asoma al balcón. Lo primero que hace, y ya van años, es mirar el tiempo. No hay nada como saber qué nos espera ahí fuera. Sin embargo, estos pasados días todo ha sido diferente. Su vista, más que al cielo, se ha puesto directamente en el suelo. Ante sus ojos lo ha visto todo. Jaleo, follón, barullo... todo manga por hombro. Raúl piensa en el suplicio en que se convertirá estos días entrar y salir de casa, y más él que tiene el garaje a escasos metros de la 'almendra' donde instalan la tribuna real. No, no voy a hablar del tan traído y llevado desfile. Confieso que no soy ni de tanques ni de aviones. Además, tuve suficiente con los preparativos. Libraba el fin de semana y, por un compromiso, tuve que salir de la ciudad. Raúl hizo lo mismo, pero por gusto. Él se considera uno más, pero huye de las aglomeraciones siempre que puede. Dicho de otro modo: se escapa a la mínima que prevé que le vayan a alterar su rutina por cuestiones del guión. Y el guión de este Logroño nuestro es amplio y son varias las ocasiones en que los protagonistas son muchedumbre. Y Raúl evita la muchedumbre. Cuando me lo encontré el pasado viernes saliendo de su domicilio así me lo dijo. Y lo hizo pensando ya en San Bernabé, próxima 'batalla'. De San Mateo ya ni habla. Suerte que su calendario laboral coincide con el escolar. Afortunado que es uno, pensaba Raúl el sábado cuando, ya fuera de la capital de La Rioja, se disponía a tomarse una caña en su lugar de retiro nada más planear su 'escapada' de junio. Y en esas, al pedir, Raúl, acostumbrado a mirar hacia arriba, no pudo evitar fijar su mirada en el televisor. Y allí estaba. El jaleo, la aglomeración, la muchedumbre... el desfile. «Manda huevos», pensó mientras pagaba.

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