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Marcos, el zapatero de la Mayor desde hace 30 años, se marcha a Murrieta el 2 de mayo. ::
Supervivientes de la Mayor

Supervivientes de la Mayor

Marqués de San Nicolás se hubiese quedado sin comercio, más allá de negocios hosteleros, de no ser por el traspaso del histórico horno de pan

Javier Campos

Miércoles, 12 de abril 2017, 09:48

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Marcos se va y Rubén Javier y Gilberto vienen. El zapatero de la Mayor, el de siempre, se traslada y el logroñés y el italiano sustituyen a los herederos de la Primi, la panadera de toda la vida. Cambios tanto en el 92 como en el 114-116 de la calle Marqués de San Nicolás, un cierre y un traspaso en los dos únicos negocios que sobreviven exceptuando a los hosteleros u hoteleros.

'Nos trasladamos a Murrieta 43. Gracias por su confianza. Esperamos seguir atendiéndoles en la nueva dirección'. Así reza el cartel con el que hace días el 'zapatero Marcos', como se le conoce, anunciaba su marcha. Una despedida que tendrá lugar el próximo 2 de mayo tras más de tres décadas en un local que a día de hoy es propiedad de su familia.

Entonces, según recuerda, en la Mayor había pollería, zapatería, estanco, tienda de comestibles, de muebles, carbonería y peluquería... «Llegué con 17 años a aprender el oficio de Miguel Garriga, exjugador del Logroñés», tira de memoria. Hoy, todo ha cambiado...

«El Casco Antiguo, digan lo que digan, cada vez va estando más vacío y hay veces que por la calle no ves a nadie», explica quien en los últimos tiempos ha logrado a duras penas 'sacar un sueldo'. «Y eso que no pago el alquiler que tendré que pagar ahora», añade quien abandona sus 20 metros cuadrados en el corazón del Casco Antiguo por 12 junto al recién estrenado Palacio de Congresos.

Marcos Castro, a sus 50 años, cuenta con tristeza cómo todo ha ido desapareciendo ante la pasividad de las Administraciones públicas «del partido que fuesen». «No han hecho bien nada y es una pena», sentencia.

La marcha de Marcos deja como única tienda a la panadería Primi, que desde hace unos días es regentada por Rubén Javier García, de 34 años, y Gilberto Sallei, de 37, dos enamorados del histórico horno de pan que han estado unos días poniéndose al día para revitalizar el negocio.

«Los empleados del obrador serán los mismos, la dueña ha estado dos semanas con nosotros transmitiéndonos sus recetas, y nuestra idea es ir creciendo poco a poco», explican los jóvenes 'compadres' que han constituido la sociedad 'Felipe y Aarón' -nombre de sus hijos, uno recién nacido y otro por nacer-.

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