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Racionalidad al servicio de un edificio dotacional de planta rectangular, con dos grandes patios simétricos, de nuevo con el conocido gusto de Barrón por los ventanales ornamentados y el guiño al estilo neoclásico en remates, molduras, frontones... El Instituto Sagasta, hoy en obras.
El misterioso artífice de Logroño

El misterioso artífice de Logroño

Un grupo de arquitectos reivindica a Luis Barrón, creador de obras decisivas para la imagen de la ciudad

Jorge Alacid

Miércoles, 14 de diciembre 2016, 22:03

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lMirar con ojos renovados la ciudad de toda la vida y refrescar el concepto de arquitectura, ensanchando la idea que tiende a confinarla en un rincón ajeno a los hilos que conectan su ejercicio con otras disciplinas (urbanismo, el puro arte) no menos centrales. Bajo esta doble intención, un grupo de jóvenes arquitectos condujo una mañana de otoño a una feliz comitiva por el Logroño de siempre, que resultó ser un Logroño distinto: porque aunque es cierto que la fértil obra del arquitecto Luis Barrón, protagonista de la jornada, forma parte del imaginario colectivo, para muchos de los presentes resultaba un completo desconocido.

Paradoja máxima: uno de los artífices del Logroño actual permanece en el anonimato para la ciudad que le vio nacer en 1849. Un arquitecto casi invisible. Misterioso. Aunque no tanto para la historiografía local. La doctora Inmaculada Cerrillo Rubio ha recogido su trayectoria en buena parte de sus publicaciones (como 'La formación de la ciudad contemporánea', libro editado por el IER y el Ayuntamiento en 1993), pero debe reconocerse, como confesaba el grupo de arquitectos Taller en Blanco que ejercieron de cicerones para el resto de la expedición, que Barrón encierra un enigma para los logroñeses del siglo XXI.

Logroñeses que han estudiado en el Sagasta que Barrón construyó (o cruzan cada día ante su puerta). Logroñeses que visitan con sus hijos la Casa de las Ciencias también debida a su mano (o recuerdan el edificio cuando era Matadero). Logroñeses que acuden a la Sala Amós Salvador que Barrón firmó (y conocieron ese caserón inmenso como Fábrica de Tabacos). Logroñeses, en fin, que saben desde luego de La Gota de Leche o las bodegas Franco Españolas y que han paseado alrededor de innumerables casas de viviendas (como la que aloja al Ateneo)... sin saber que todos estos ejemplos de buena arquitectura se levantaron gracias al ingenio de Barrón. Cuyo talento, por cierto, no se agota en esa faceta arquitectónica: fue también, como arquitecto municipal, encargado de trazar el urbanismo de la ciudad durante un largo trecho del siglo XIX y responsable por lo tanto de unas cuantas conquistas. Sin las cuales hoy Logroño sería muy distinto. Peor, seguramente.

Sobre ese valioso arsenal de hallazgos que encontraron rastreando la biografía de Barrón, los seis arquitectos que forman Taller en Blanco idearon la posibilidad de visitar ese Logroño forjado a partir de las obras del singular arquitecto, dentro de las jornadas Artefacto. Contaron con el apoyo del Ayuntamiento, reunieron a decenas de curiosos para su paseo y fueron desplegando conocimiento y entusiasmo durante la travesía. Cada cual se reservó la explicación de uno de los seis edificios, a partir de la idea nutriente en su propósito fundacional: contribuir a divulgar la arquitectura. «Hay muchas formas de entenderla», coinciden al unísono los miembros del colectivo.

Un ancho territorio

No es la única coincidencia. Rocío, Sonia, Irene, Belén, Israel y Susana son riojanos, están recién licenciados, tienen entre 24 y 28 años y buscan un futuro que parece alejarse del canon habitual entre los profesionales de este oficio milenario. Los agrupó un colega, Javier Peña, cuando los reclutó para su festival Concéntrico. Fue una epifanía.

Así pudieron corroborar lo que ya intuían: que el concepto exclusivamente arquitectónico de la arquitectura no les acaba de llenar. Que existe un ancho territorio que alguien (ellos, por ejemplo) puede colonizar sin salir de Logroño.

Así nació Taller en Blanco, bautizado como tal con una experiencia para escolares del IES Escultor Daniel y luego con esta visita alrededor de Barrón que les permitió explorar otra de sus preocupaciones: la reivindicación del legado arquitectónico logroñés. Divulgar sus encantos, a veces ignorados. «Los seis tenemos las mismas inquietudes y las mismas ganas», subrayan. ¿Cuáles? «Recordar qué es la ciudad. Que no es puro azar, que también está muy pensada», contestan. Y añaden: «Queremos que Taller en Blanco ayude a cambiar la percepción que los ciudadanos tienen de la arquitectura». Y, de paso, aprender disfrutando, como pedía el clásico.

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