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El concejal de Medio Ambiente, Jesús Ruiz Tutor, cruzando el Ebro para acceder a la isla que forma el río dentro del Soto de los Americanos.
El gran jardín escondido de Logroño

El gran jardín escondido de Logroño

El Soto de los Americanos es un paraje casi desconocido a sólo 10 kilómetros del centro de Logroño

GERMÁN RUIZ

Sábado, 5 de septiembre 2015, 22:52

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La capital riojana siempre ha tratado de integrar dentro de la ciudad las grandes zonas verdes que rodean el casco urbano. Los parques del Iregua y del Ebro hacen posible que cualquier logroñés pueda recorrerse de lado a lado la ciudad sin dejar de estar rodeado por la naturaleza. Sin embargo, hay otras áreas que también pertenecen al término municipal de Logroño y que son unas absolutas desconocidas para sus habitantes.

El Soto de los Americanos es sin duda uno de los casos más paradigmáticos. Tiene más de 113 hectáreas de extensión, es perfectamente visible desde la N-232 y acoge multitud de especies de flora y fauna, y sin embargo, pocos riojanos lo han pisado.

Diario LA RIOJA ha visitado el enclave natural después de que el Ayuntamiento de Logroño anunciase un corredor ecológico a largo plazo en la margen derecha del Ebro que comunique el citado paraje con El Cortijo, 22 kilómetros entre los límites territoriales con Fuenmayor y Agoncillo.

El Soto de los Americanos no deja de ser un jardín natural a escasos diez kilómetros del centro urbano y mezcla un aspecto selvático con otros tramos que casi se pueden comparar a las zonas más cuidadas de La Grajera. Los árboles, mayoritariamente chopos negros, han crecido de forma descontrolada en los límites del río, pero a la entrada del soto se encuentran perfectamente alineados, quedando bien patente que fue la mano del hombre quien los plantó allí, probablemente en una época en la que su madera era mucho más valorada que en la actualidad.

Las riadas que sufrió el Ebro el pasado invierno han tirado parte del arbolado y han arrastrado basura a sus orillas, lo que contrasta con el impecable estado de las grandes explotaciones privadas de cereales, que son perfectamente visibles en la cartografía de la zona -ver mapa adjunto-. Debido a la poca intervención humana que ha sufrido en los últimos años, en la zona también campan a sus anchas especies invasoras como el alianto, un arbusto decorativo muy resistente, signo de que alguna vez este lugar estuvo más transitado.

Por el contrario, en la actualidad a cualquier excursionista le resultará difícil cruzarse con otra persona por mucho tiempo que se tome para pasear por el soto. Si va sin compañía el único sonido que tendrá será el del Ebro, que se bifurca y llega a alcanzar más de dos kilómetros de longitud durante el tramo en el que cruza el Soto de los Americanos. Es precisamente la bifurcación que sufre este río lo que más llama la atención del paraje, ya que convierte la mayor parte del lugar en una pequeña isla.

Una pequeña aventura

De momento, la única manera de llegar a este islote es encontrar la parte en la que el río cubre menos, algo fácil por las plataformas que los agricultores de la zona han construido. Descalzarse, remangarse los pantalones y, sobre todo, tener cuidado de no caer en el agua es el siguiente paso. La pequeña aventura merece la pena. Ante nosotros se abre un enorme camino en el que a un lado queda el frondoso bosque de chopos, álamos y sauces, y al otro, un inmenso campo de cereales.

El reto a día de hoy, y a la espera de definir el proyecto de corredor ecológico, es que estas zonas se integren en la vida cotidiana de la ciudad, pero sin alterar el medio natural. El concejal de Medio Ambiente y Eficiencia Energética, Jesús Ruiz Tutor, tiene claro que se puede encontrar un equilibrio entre la población urbana y la naturaleza: «Hay que encontrar la manera de que la ciudad se beneficie de la naturaleza, y también de que la naturaleza se beneficie de la ciudad, no podemos vivir de espaldas a ella».

Ruiz Tutor aclara que esta vía verde no aspira a transformar todos los espacios naturales de Logroño en zonas tan transitadas como puede ser el actual parque de La Grajera; de hecho, el plan contempla construir un camino al rededor del soto, y dejar los itinerarios que lo atraviesan casi como están hoy en día.

El edil popular está convencido de que una vez que se realice la actuación será cuestión de tiempo empezar a hacer pequeñas intervenciones para mejorar y conservar estos espacios: «Quitar árboles podridos o retirar la basura del río, por ejemplo». Mientras estos planes dan sus frutos, cualquier riojano puede disfrutar del enorme paraje, mitad jardín y mitad selva, que tiene Logroño.

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