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LA SEQUÍA CAMBIA LA SIEMBRA

JUAN QUINTANA - LA TRILLA

Martes, 23 de enero 2018, 23:41

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Las sequías intensas y prolongadas tienen una consecuencia directa en las campañas en que se sufren, con importantes pérdidas en las cosechas de secano, aumento de los costes en los de regadío e incremento sustancial también en la ganadería de extensivo, que tiene que aportar importantes complementos alimenticios para compensar la escasez de pastos. En algunos casos, como este año, se reduce la disponibilidad de agua, por lo que en los regadíos también baja la producción. Además tiene un notable impacto en la siguiente campaña, ya que si las reservas son muy bajas y no se prevé un aumento sustancial de la pluviometría, el agricultor se ve obligado a sustituir rentables cultivos de riego por otros más resistentes a la sequía pero de mucha menor rentabilidad. Una alternativa del agricultor nada fácil basada en el riesgo y la decisión.

Esto es exactamente lo que está sucediendo en España. Las reservas disponibles en nuestros embalses ya están por debajo del 39% de media frente al 51% del año pasado por las mismas fechas, lo que también ha generado una sequía hidrológica (restricciones de riego en determinadas cuencas). Esta situación puede hacer que muchos agricultores decidan este año no sembrar cultivos como el arroz, el maíz o productos hortícolas, entre otros. Los cultivos sustitutivos serían, por ejemplo, el trigo, cebada, girasol o colza. Una decisión que también afectaría a los productores de estas alternativas al regadío, que verían la amenaza de un aumento de producción nacional, con la consiguiente presión a la baja en los precios.

Por otro lado, de seguir la sequía, la campaña de riego se va adelantar en muchas zonas, pudiendo comenzar en marzo, e incluso en febrero. En este probable contexto climatológico el caso más sensible es quizás el maíz, un cultivo de altas necesidades hídricas y que este año ya ha visto como en algunas zonas se ha reducido el riego. Esto ha llevado a una caída de productividad, que ha pasado de 12-14 toneladas por hectárea a solo 4-5.

Todo esto en el marco de una preocupación social que va más allá del sector agrario, ya que entre el 70-75% del consumo de agua se realiza en la agricultura.

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