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El primer ministro indio honra al jesuita y académico riojano Carlos G. Vallés fallecido con 95 años

El primer ministro indio honra al jesuita y académico riojano Carlos G. Vallés fallecido con 95 años

«El padre Vallés se hizo querer por muchos, especialmente en Gujarat. Se distinguió en diversas áreas como las matemáticas y la literatura guyarati. También le apasionaba servir a la sociedad. Entristecido por su fallecimiento. Que su alma descanse en paz», escribió en su cuenta oficial de Twitter Modi

Martes, 10 de noviembre 2020, 08:50

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El primer ministro indio, Narendra Modi, rindió tributo este lunes al jesuita, matemático y escritor riojano Carlos G. Vallés, que falleció el domingo en Madrid con 95 años tras pasar medio siglo de su vida en la India, donde abogó en el estado de Gujarat por la armonía entre las diferentes religiones.

«El padre Vallés se hizo querer por muchos, especialmente en Gujarat. Se distinguió en diversas áreas como las matemáticas y la literatura guyarati. También le apasionaba servir a la sociedad. Entristecido por su fallecimiento. Que su alma descanse en paz», escribió en su cuenta oficial de Twitter Modi.

El mandatario indio es además natural del estado occidental Gujarat, donde ocupó el puesto de jefe de Gobierno entre 2001 y 2014, año en el que se trasladó a Nueva Delhi como primer ministro.

Con más de 63 millones de seguidores en la red social, el mensaje del mandatario indio sobre el deceso del jesuita español recibió pronto más de 24.000 «me gusta» e hizo a muchos preguntarse sobre la figura de este jesuita al que hacía referencia el hinduista Modi.

Nacido en Logroño en 1925, la Compañía de Jesús anunciaba también hoy la muerte a primera hora de la tarde del domingo en Madrid del padre Carlos, que ingresó en la orden en 1941 y tras los primeros estudios en Humanidades y Filosofía, fue enviado a la India en 1949, donde completó su formación en Matemáticas y Teología.

«Al llegar a la India me encontré como en mi casa. Mis amigos hindúes me dieron una explicación sencilla. Según ellos, en mi encarnación anterior yo había sido un indio en la India, y de ahí venía mi familiaridad», explicaba el propio Carlos G. Vallés en una autobiografía colgada en su página web.

GUYARATI

El padre Carlos se dio cuanta pronto de que aunque con el inglés podía enseñar matemáticas (impartió clases entre 1960 y 1982 en la Universidad de San Javier en la ciudad de Ahmedabad), no le servía «para llegar al corazón» de la gente, por lo que se sumergió en el guyarati, algo que, según dijo, le «cambió la vida».

«Dominar la lengua es asimilar la cultura», afirmó.

Así contribuyó a fundar la primera revista matemática en una lengua india, y editó el volumen sobre matemáticas en la enciclopedia oficial «Gnanganga», una importante labor que llevó a que le concedieran en 1978 la «Medalla de Oro Ranyitrám», el galardón más importante de la literatura y cultura guyarati.

Este humanista fue además un autor prolífico, con más de setenta libros en guyarati sobre sociedad, familia, religión, moral, psicología, matemáticas... y más de medio centenar en español.

ARMONIA RELIGIOSA

Entre los que le conocieron está el conocido activista a favor de los derechos humanos y jesuita Cedric Prakash que, según explicó a Efe, tras conocer al padre Carlos en 1974 en Ahmedabad, éste siempre le animó en sus iniciativas a favor de la armonía interreligiosa y comunitaria o en sus actividades por la justicia y la paz.

«Trabajo con hindúes y musulmanes y ese también era su punto fuerte, trabajar con los jainistas, con hindúes», afirmó Prakash, muy implicado en la denuncia ante la justicia de la matanza en 2002 en Gujarat de más de un millar de musulmanes por radicales hindúes, culpando entre otros a Modi por no detener la violencia.

Así, añadió Prakash, en su búsqueda de armonía religiosa Vallés se hizo popular en el estado cuando empezó a escribir una columna semanal en el periódico de mayor tirada de la región, el Gujarat Samachar, «sobre valores humanos, sobre la paz, sobre la justicia», tomando como base las escrituras de las diferentes creencias.

Ese querer entender más a la gente humilde y sus tradiciones le llevó, según recordaba el propio padre Carlos en su autobiografía, a vivir como un vagabundo, pidiendo «limosna de hospitalidad de casa en casa en los barrios pobres», con los que se sentía «miembro de la familia por unos días hasta (...) ir a llamar a otra puerta».

«Iba y venía en bicicleta a la universidad para dar mis clases, pero por lo demás vivía plenamente con la familia que me tocaba en turno. Así viví diez años. Quizá eso sólo sea posible en la India», remarcó.

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