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TERI SÁENZ
LOGROÑO.
Martes, 31 de octubre 2017, 23:57
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La ronda de comparecencias de expertos ante la comisión que trata la futura reforma de la Ley Electoral autonómica trajo ayer al Parlamento al doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Pompeu Fabra, Pablo Simón (Arnedo, 1985), que aportó su parecer y experiencia comparada sobre una batería de aspectos. Entre ellos, la virtual rebaja de la barrera de entrada al hemiciclo del actual 5% de votos al 3%, de la que se mostró partidario en contra de la opinión de otras voces como la del catedrático de la UR Ricardo Chueca, para quien no es factible realizar proyecciones con un nuevo baremo a partir de resultados pretéritos. «Tendría un efecto mecánico, pero también psicológico sobre los votantes que en el caso de los partidos minoritarios son 'expresivos', además de que la entrada de voces distintas aportaría un factor cualitativo», defendió por su parte Simón poniendo, sin embargo, el foco sobre el tipo de listas.
Para el politólogo y analista habitual en múltiples medios de comunicación, lo idóneo sería tender a un sistema desbloqueado -mixto entre las listas abiertas y las cerradas- donde el votante se decantaría por la papeleta de un partido manteniendo así la distribución de escaños, pero teniendo la opción de marcar en ella qué nombres prefiere que le representen. «Supondría un cambio drástico en la vida interna de los partidos, porque delataría qué diputados son más populares y les empoderaría generando una competencia interna por ver quién es más activo y tiene más respaldo», resumió para cifrar entre el 10 y el 15% los cambios que el ciudadano podría «subvertir» en cada bancada sobre el catálogo de nombres que ahora oferta cada formación y cuyo puesto en el listado depende en la mayoría de casos de la decisión de las cúpulas. Un modelo que, sin embargo y como reconoció Simón, podría afectar al principio de paridad si bien cabrían mecanismos correctores para evitar una «masculinización».
Y todo ello, sin renunciar a estudiar la sustitución del sistema d'Hondt para traducir el número de escrutinios en escaños -«que aunque denostado es relativamente proporcional para circunscripciones como La Rioja que eligen más de 12 representantes»- por el Sainte-Lagüe que, en principio, beneficiaría a las fuerzas menores.
Un Parlamento «justo»
Simón también reparó en otro de los frentes más controvertidos del debate sobre la reforma electoral: el tamaño de la Cámara regional. Frente a quienes abogan por menguarla, el experto juzgó «justo» mantener el actual número de 33 diputados en razón de la ratio por número de habitantes. Una propuesta a la que sumó la «profesionalización» de sus señorías fijando una remuneración «razonable» que podría rondar los 1.200 euros (dos veces el salario mínimo interprofesional). «Lo que cuesta dinero de verdad son las políticas públicas, no los políticos», reflexionó recordando el mínimo ahorro que ha supuesto allí donde no hay retribuciones y previendo que una dedicación exclusiva mejoraría desde la calidad legislativa hasta el rol social del diputado o el obligado control del Ejecutivo. «Cuando la gente exija austeridad no se arredren», espetó Simón a sus señorías. «No estarán conformes hasta que vayan en burro a la Cámara, y cuando lo hagan, creerán que es un burro de lujo», concluyó.
Centralizar el envío de papeletas, garantizar el secreto del voto, barajar la figura del 'diputado sustituto', permitir publicar sondeos días antes de acudir a las urnas, fijar listas cremallera u obligar a debates públicos entre candidatos fueron otras de las ideas sugeridas por Simón.
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