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Viernes, 15 de junio 2018, 00:18
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El Consejo de Ministros nombrará hoy al expresidente del Ejecutivo regional entre los años 1990 y 1995, José Ignacio Pérez Sáenz, nuevo delegado del Gobierno en La Rioja, en sustitución de Alberto Bretón, y tanto la designación del primero, actual presidente honorífico del PSOE en esta comunidad, como el cese del segundo serán publicados previsiblemente mañana en el Boletín Oficial del Estado (BOE).
Pérez Sáenz, nacido en Calahorra el 7 de noviembre de 1951, atesora una dilatada trayectoria política que comenzó en su ciudad natal como concejal. 'Alistado' en las filas del PSOE desde 1981, fue consejero de Educación y Cultura en el Gobierno presidido por su compañero de partido José María de Miguel y en enero de 1990 fue elegido presidente de La Rioja por el Parlamento autonómico, después de que, como la de Pedro Sánchez, prosperara la moción de censura presentada por el que entonces todavía se denominaba PSR-PSOE contra el 'popular' Joaquín Espert. Al apoyo de los catorce diputados de su grupo sumó el respaldo de los tres del Partido Riojano Progresista (PRP). Tenía 38 años y se convirtió en uno de los presidentes regionales más jóvenes y con más proyección política. El carismático Felipe González sumaba ya dos mandatos de residente en La Moncloa.
Un año y cuatro meses después volvía a encabezar la lista de los socialistas riojanos a los comicios autonómicos y se alzaba con la victoria. Era mayo de 1991 y para ocupar el 'palacete' necesitó de nuevo el apoyo de los regionalistas. Nunca llegaría a gobernar en solitario, siempre con la 'hipoteca' del PR. No corrían buenos tiempos para el PSOE, los casos Filesa, fondos reservados... empezaban a arañar las siglas del partido en Ferraz mientras en la bancada de la oposición, en el convento de La Merced, despuntaba un joven Pedro Sanz.
La noche electoral del 25 de mayo de 1995, las urnas dieron un vuelco y en la clara y enconada batalla entre Pérez Sáenz y Sanz, el popular se erigió en campeón absoluto. El ring pasó de rojo tibio a azul intenso. El de Igea ganó por goleada y pudo gobernar en solitario. El mismo resultado se replicó en Madrid un año después, Felipe González tuvo que ceder la Presidencia a José María Aznar.
En 1999, el de Calahorra lo intentaba de nuevo, pero una nueva derrota frente a Sanz, que obtenía una segunda mayoría absoluta, le hizo replantearse su futuro político: si continuar la pelea en el plano regional o dar el salto a Madrid. Tras varios desgastadores enfrentamientos verbales con Pedro Sanz en el hemiciclo, se inclinó por el Senado, donde pronto encontró un hueco.
De hecho, ocupó un escaño en la Cámara Alta desde el 2000 hasta el 2011. Durante estos años vivió uno de los momentos más 'críticos' cuando directamente, en contra de la disciplina de su partido, no votó a favor del blindaje del concierto vasco. En las elecciones del 20 de noviembre de ese mismo año descartó concurrir de nuevo y lo hizo, según declaraciones que entonces hizo a este diario, «por responsabilidad, no por generosidad». Dejaba así su espacio a Francisco Martínez Aldama, quien a su vez fue sustituido por César Luena al frente de la secretaría general de los socialistas riojanos.
A partir de entonces, este político dialogante y de gran carisma, pasó a ocupar una discreta y segunda línea en su partido como presidente honorífico del PSOE en La Rioja. Un título simbólico para un hombre que, de momento, atesora el valor de haber sido el segundo y el último presidente de un gobierno socialista en la región.
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