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LASTRE O LIEBRE

MANUEL RUIZ HERNÁNDEZ - EL ANÁLISIS

Martes, 7 de noviembre 2017, 23:35

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En los setenta, de paso hacia Castellón, cruzábamos las tierras altas de Calamocha cuando, en tarde gris, gélida, percibimos en las tierras laterales una imagen esperpéntica. Un arado romano con dos personas mayores. Una arrastrando el arado desde cuerdas y la otra agarrada a la mancera. Parecía un simple chiste, pero era digno de reflexión.

Esto abundó en nuestra idea de ser estas gentes del interior español, atrapadas en suelo yermo, las que merecían otro futuro. No era suficiente la derivación estética de la generación del 98. Estas tierras, antes o después, serían un lastre para un desarrollo armónico general. Y desde entonces dedicamos nuestro esfuerzo a estos desfavorecidos para intentar encauzarlos a todo lo contrario al lastre. Hacer desde esa tierra interior la liebre del desarrollo. Es evidente hoy que no lo hemos logrado a pesar del empeño puesto. Para los desarrollistas, el lastre debe dejarse. Para nosotros debe transformarse en liebre de desarrollo, pues el futuro ya nunca será estático. Tanto esfuerzo en noches de charla en la España interior, pobre y muchas veces olvidada.

Hemos percibido que estos hombres son capaces de asumir compromisos técnicos con éxito. Que se entusiasman con ideas nuevas y a pesar de encontrarse desnudos después de que el mundo decidiera aventuras técnicas (Afganistán, Irak) que abocaron a una enorme crisis económica global. A pesar de eso y de vivir en inclemencias climáticas, son capaces de asumir, a través de la técnica, situaciones mejores que en algún caso son admiradas por la España que quiere sacudirse lastres. Hemos hecho lo que hemos podido. La juventud riojana, a la que apelamos siempre por su inteligencia, puede comprometerse con esta idea y pasar a ser este catalizador del desarrollo interior en beneficio propio y de todos los demás, al demostrar que una unidad administrativa pequeña puede ser liebre científica y técnica dentro del conjunto general. Comprenderá el lector que rechazamos el concepto de individuo o colectividad lastre y la mejor respuesta es transformarse en liebre. Es simple cuestión de voluntad y esfuerzo.

En Rioja se vive bien, pero no podemos sucumbir en el hedonismo. Todos podemos hacer un esfuerzo para ser ante los demás liebre del desarrollo científico.

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