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P. H.
LOGROÑO.
Domingo, 13 de mayo 2018, 00:39
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María Ángeles permaneció interna con monjas y pasó por un piso tutelado. «Estaba muy incómoda porque veía a niños entrando y saliendo y me dolía mucho. Pensaba ¿y cuándo voy a salir yo?», recuerda.
Ese día llegó de la mano de una chica que le ha ofrecido una familia, en la que ellas dos son las únicas miembros.
Vive con esta mujer desde los 11 años y, pese a que a los 18 el acogimiento permanente finalizaba, «he decidido continuar con ella porque estoy a gusto y el día de mañana voy a tener un montón de cosas que no he tenido antes».
«Eso es una felicidad tremenda», completa esta joven que ya ha soplado las 19 velas y que no dejó de mantener el contacto con su familia de origen.
«Son mis seres queridos y los respeto», se refiere a su entorno de sangre. Con su madre de acogida se siente feliz. «Desayunar juntas, cenar o ir a sitios juntas era algo que en los anteriores sitios donde he estado no hacía», afirma. Pero sobre todo, lo que más le llena de esta experiencia es el sentir que «alguien se preocupa por ti» porque «llegas a casa, le miras y te pregunta cómo éstas, qué tal tu día...». «Me motiva mucho el estar con esta persona porque me da educación, sanidad y respeto», agradece.
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