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El presidente del Gobierno, acompañado por sus consejeros, durante su comparecencia ayer ante los medios de comunicación. Juan Marín
Ceniceros promete que «jamás» excluirá al PSOE de la reforma del Estatuto

Ceniceros promete que «jamás» excluirá al PSOE de la reforma del Estatuto

El presidente del Gobierno, convencido de que otros partidos se incorporarán al acuerdo entre PP y Cs para mejorar la norma fundamental riojana

Jorge Alacid

Logroño

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Sábado, 14 de julio 2018, 17:19

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«No ha sido un camino de rosas». José Ignacio Ceniceros resopló para sus adentros cuando ayer, preguntado sobre su particular balance de tres años de mandato, lanzó esta frase que resume la singladura del Gobierno que preside desde que tomó posesión el 8 de julio del 2015. Y también tuvo que aceptar que el año restante de legislatura, mediatizado por el horizonte electoral, tendrá su propia cuota de amenazas; entre ellas, las derivados de la reforma en curso del Estatuto de Autonomía, que nace con un pacto entre PP y Ciudadanos al que espera incorporar a otras formaciones. Entre ellas, señaladamente al Grupo Socialista, «como principal fuerza de la oposición». Así que, con alguna solemnidad, ayer anunció al término de la rueda de prensa que clausuró la reunión de su Consejo de Gobierno lo siguiente: «Jamás dejaré fuera al PSOE». Aviso adicional: «Algunos están mirando de reojo si la reforma beneficia al Gobierno o a Ceniceros. Pues no. Beneficia a todos los riojanos».

Fue en realidad la única novedad política de algún calado que apuntaba hacia el porvenir, porque su comparecencia tuvo más bien como propósito central repasar la trayectoria de su Ejecutivo. «La mayoría de los riojanos está mejor que hace tres años», presumió, antes de extender el mérito de ese logro al conjunto de la sociedad riojana. Previamente, había ido concretando las conquistas que, a su juicio, distinguen al Gobierno que preside desde el 2015 a esta parte. Con ciertas particularidades que admiten lecturas subliminales: así como se extendió hasta los detalles menores cuando enumeró sus avances en servicios sociales y sanidad, pasó por el contrario muy por encima del capítulo empresarial.

Es decir. Que si había algún improbable experto en semiótica en la sala, tuvo que anotar que Ceniceros sólo bebió agua cuando analizó precisamente ese apartado de la actividad gubernamental. Tal vez, porque se trata de un ámbito donde hablaba por la herida: por la reciente herida sufrida en su estrategia por la dilatación parlamentaria de la ley que debía renovar la ADER. Una demora que el presidente juzga, según se dedujo de sus palabras, interesada. Una suerte de obstruccionismo en el Legislativo que ha impedido poner en marcha este mismo mes la nueva norma tantas veces prometida, destinada a agilizar las gestiones industriales y que, según sus palabras, reclamaba todo el sector empresarial de la región.

«La mayoría de los riojanos está mejor que hace tres años»

José Ignacio Ceniceros | Presidente del Gobierno

Fue el único momento de su prolija intervención en que Ceniceros flaqueó. Dominaba el tono general el orgullo. El orgullo de quien alardea de un balance donde brillan los aciertos... aunque admitiera también desaciertos, que rechazó detallar: se trata de una tarea que, en su opinión, deberían acometer los medios de comunicación y la propia oposición. Un satisfactorio resumen de su gestión que incluyó anuncios de todo pelaje. Hasta el punto de que, cuando reveló lo que llamó ampulosamente «fotografía de la realidad riojana», mezcló todo: las grandes cifras y la letra pequeña. Por ejemplo, el dato histórico de las 60.000 riojanas dadas de alta en la Seguridad Social con el alza de la tasa de reciclaje hasta el 56%; el aumento en la contratación de profesorado pese al descenso del número de alumnos con el equilibrio de género alcanzado en el ámbito investigador. Y alardeó incluso de la mejora en la tasa de envejecimiento, pese a que semejante dato conduce hacia el temible invierno demográfico: «Ya sabíamos que en La Rioja se vive bien. Ahora sabemos que se vive más». Y se permitió una sonrisa. Aunque no tan ancha como la que clausuró su discurso: «Si no nos vamos de vacaciones», afirmó mirando a su equipo, «tampoco pasa nada».

Sus consejeros, sin embargo, no se sumaron a tanta sonrisa.

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