El arte de la palabra

David Benito es el capitán de un equipo por el que, de antemano, muchos apostaron. «Somos ya un clásico de la actividad de debate de la UR», dice entre risas. Lo son aquí y en la competición nacional en la que el año pasado rozaron un título que confían en hacer suyo en dos semanas.

«Nunca es fácil. Siempre juegan un papel importante los nervios y nunca tienes dominado todo. De hecho esos nervios son buenos para mantener la tensión», explica. La clave, defiende, es «ser muy rápido de cabeza» y tirar de estrategia para presentar argumentos que beneficien la posición del equipo.

«Trabajar en las dos posturas nos ha servido para entender a quienes piensan de manera diferente. Te abre la mente y te hace más tolerante ya que tienes que hacer tuyo un argumento con el que, quizá, no estés de acuerdo», sostiene al tiempo que descarta vocación política de alguno de los integrantes del grupo (algún alcalde de Ezcaray ya ganó la competición universitaria). Pero, ¿qué pesa más? ¿La consistencia del argumento o la oratoria? «Las dos cosas. Digamos que el argumento pesa un 40% y la oratoria un 60%». Hay que preparar el argumento, pero la forma de contarlo, su transmisión es clave.

Que le pregunten a Sócrates.