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En el centro Vicente y Carmen con la mujer y la cuñada de éste, delante de la parroquia de Sotés.
Descubrir el lugar de las raíces

Descubrir el lugar de las raíces

Una pareja de hermanos chilenos viaja a La Rioja para conocer el pueblo de origen de sus antepasados paternos

Pilar Hidalgo

Jueves, 29 de junio 2017, 16:50

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Francamente creía que ya no existía», reconoce Vicente Pérez Vidal. Pero Sotés existe, claro que existe, y «encontrarlo fue una inmensa satisfacción» para este chileno y su hermana Carmen, nietos de Francisca Álvarez Alonso, una sotesina nacida en la localidad riojana a finales del siglo XIX y a la que con pocos años sus padres Antonio Álvarez y Francisca Alonso se la llevaron a Chile junto a sus otros tres hermanos.

En el país andino vino al mundo Luciano, el menor de los hijos de Antonio y Francisca. A la muerte de la yaya Francisca y del padre de Vicente y Carmen, fue el tío abuelo Luciano quien trasladó a los niños el recuerdo de La Rioja y España y de sus tradiciones, pese a haber visto la luz al otro lado del Atlántico.

Los hermanos Vicente y Carmen convivieron con Luciano durante gran parte de su niñez y juventud. «Él nos transmitió lo poco que sabemos de nuestros antepasados», señala el primero. Y durante décadas larvó en sus mentes una curiosidad y un interés por conocer la tierra de los ancestros.

Vicente y Carmen, con 73 y 74 años y residentes en Santiago de Chile y Curicó, respectivamente, saciaron hace algunas semanas su deseo de conocer el lugar de sus raíces. «El objetivo era llegar a Sotés, pero sin siquiera esperar que quedara rastro de nuestra familia», afirma él.

Viajaron la pareja de hermanos, la esposa de Vicente (Anita) y la cuñada de éste, Carla. «Gracias a Dios, tuvimos la fortuna de contactar con personas que provenían de la rama Alonso de nuestra familia. Creemos que se trata de nietos de primas hermanas de nuestra abuela Francisca», comenta Vicente, que se quedó «encantado por la calidad humana» de sus parientes riojanos. «Esperemos que el contacto inicial se mantenga en el tiempo», avanza.

También pusieron forma, color y vida a ese rincón de la memoria llamado Sotés. «Su iglesia es una verdadera catedral. ¡Es preciosa y está muy bien cuidada!», se admira este descendiente de la localidad. En el pueblo esta familia chilena sólo permaneció un par de horas. Luego se trasladaron a Logroño para recorrer la capital de La Rioja durante dos días, a lo largo de los cuales pasearon por la ciudad, comieron en la Laurel, visitaron una residencia vinculada a los suyos y compraron botas de vino. «Aunque de niños lo tomábamos en porrón», apostilla. Y es que aunque sea mediante algún trago quieren mantener el sabor de esta tierra.

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