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El bastón rojo-blanco. Juanjo y Garazi con el bastón específico de los sordociegos por la calle Portales de Logroño. ::
Aprendiendo a vivir con los tres sentidos

Aprendiendo a vivir con los tres sentidos

La Rioja tiene censadas a 41 personas con distintos grados de sordoceguera

Javier Campos

Jueves, 29 de junio 2017, 09:19

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«Las personas sordociegas tienen muchas capacidades y los diferentes sistemas de comunicación ayudan a desarrollarlas». Juan José Sancho Valverde es una de esas personas y sabe de lo que habla. Nació en San Sebastián hace 46 años, «cumpliré 47 el mes que viene», precisa con ayuda de Garazi Unzalu -intérprete de lengua de signos-, aunque pertenece a la Asociación de Personas Sordas de La Rioja, de cuya presidenta, Susana Iriarte, es pareja.

Juanjo, como le llaman, nació con sordera profunda y, posteriormente, a causa de una retinosis pigmentaria -enfermedad degenerativa que produce una grave disminución de la capacidad visual pudiendo conducir a la ceguera- perdió un 20% y un 10% de visión en cada ojo convirtiéndose en sordociego.

La sordoceguera es una discapacidad específica que genera problemas de comunicación únicas y necesidades especiales. Y Juanjo, que según dice «siempre ha tenido mucho apoyo», es el claro ejemplo de que con los medios adecuados y los métodos necesarios se puede hacer frente a las actividades de la vida diaria.

El martes se celebró el Día Internacional de las Personas Sordociegas, el colectivo, de la mano de la citada Asociación de Personas Sordas de La Rioja. Se celebró y reivindicó a partes iguales el derecho que tienen las personas sordociegas a ser visibles ante los demás y así poder conectarse con el mundo que les rodea. Un camino para el que toda ayuda es poca y que consiste con mucho esfuerzo en aprender a vivir con tres sentidos. La figura de los mediadores resulta, pues, clave.

«Tenemos derecho a comunicarnos y es importante animar a las personas con sordoceguera a salir a la calle, a caminar sin miedo y a participar en la vida pública sin depender de la familia», dice Juanjo ayudado por Garazi mientras ilustran las distintas formas de comunicarse aprovechando posibles restos de vista y oído.

«Las personas ciegas se enfrentan a su discapacidad con la utilización intensiva del oído, al igual que las personas sordas lo hacen con ayuda de la vista. La sordoceguera, por todo ello, es una discapacidad muy distinta: la percepción de la realidad depende del olfato, del gusto... pero, sobre todo, del tacto», advierten desde la Fundación ONCE para la Atención de Personas con Sordoceguera (FOAPS).

Según las estadísticas de la citada fundación, el número de personas afectadas por esta discapacidad asciende a un total de 41 personas en La Rioja con mayor o menor grado de sordoceguera. Y es que la sordoceguera, poco conocida y difícil de censar, es una discapacidad específica que genera graves problemas de comunicación -que es el mayor reto al que se enfrentan cada día- y necesidades especiales.

Afecta gravemente las habilidades necesarias para una vida mínimamente autónoma y requiere servicios especializados, personal específicamente formado para su atención y métodos especiales de comunicación -como el sistema dactilológico táctil o en la palma de la mano-. «Ayuda hay, y no hay que quedarse en casa», concluye Juanjo.

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