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El acusado de patear y matar a un perro  en Fuenmayor dice que fue un accidente

El acusado de patear y matar a un perro en Fuenmayor dice que fue un accidente

«Miró al perro y le dio por lo menos tres patadas conscientemente», dice la dueña del can que, como la Fiscalía, sostiene que el ataque fue voluntario

Luis J. Ruiz

Martes, 20 de junio 2017, 21:14

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La propietaria del perro que falleció en el 2014, presuntamente tras recibir varias patadas de C.R.M. -de 48 años y vecino de Fuenmayor- quiso que el perro estuviera ayer en el juicio que investiga su muerte. No es un recurso metafórico. En la segunda fila del Juzgado de lo Penal 1, una urna con las cenizas del can puso la nota fúnebre a un proceso en el que nadie se movió de sus posiciones: la defensa de C.R.M. mantuvo su absolución, la Fiscalía solicitó nueve meses de cárcel y la acusación particular un año y diez meses.

LAS CLAVES

  • uLa defensa. Intentó vincular la muerte del perro a presuntos problemas cardiacos del perro. El acusado dijo que no intentó patear al perro que fue «un acto reflejo» para espantar gatos.

  • uLa acusación particular. Sostuvo que hubo más de una patada y que sin la agresión el perro no hubiera muerto.

  • uLa fiscal. Se sumó a la pluralidad de las patadas y pidió nueve meses de cárcel.

¿Qué pasó aquel 26 de julio del 2014 en la calle Peso de Fuenmayor? Pues hay dos versiones. Obviamente incompatibles. Si hacemos caso al acusado, todo fue un terrible accidente, una cruel paradoja del destino, una combinación de factores tan improbable que incluso ayer se mostraba sorprendido. Sí discutió con la dueña del can y le recriminó que alimentara a gatos callejeros cuyas heces manchaban su coche y no intentó golpear al perro. «Fue un acto reflejo. Había muchos gatos alrededor e hice así [escenificó un sinuoso giro de rodilla en varias ocasiones] para espantar a los gatos que me estaban interrumpiendo en la discusión». Por alguna razón inexplicable -«no sabía dónde estaba el perro», explicó- su pie acabó impactando contra el can. Solo fue una sensación. No vio nada. Tampoco si el perro impactaba contra un muro próximo si bien, tras razonar mentalmente, concluyó que sí, que quizá «voló un metro. Me imagino que chocó contra el muro», sentenció tras reiterar que sólo hubo una patada y fortuita. «Un accidente», sin voluntad alguna.

«Es un poco raro», dijo la propietaria del perro sobre el acusado que, aseguró que aquel día le estaba esperando. Según su recuerdo, los gatos ya habían huido asustados por la discusión cuando el acusado «miró al perro y le dio, por lo menos, tres patadas». «Hubiera preferido que me habría dado a mí en las piernas», sentenció. Explicó que tras los golpes quedó «patas arriba» y que lo cogió del suelo «muerto». Luego «revivió» si bien murió una semana después.

Antes de que entraran en escena los peritos, los agentes de la Guardia Civil que acudieron a Fuenmayor explicaron que al llegar a la vivienda del acusado este mostró una actitud «chulesca y altiva», les reconoció haber agredido al perro, no mostró indicios de arrepentimiento y al preguntarle qué había sucedido fue claro: «Dijo que cuando tuviera que declarar ya declararía lo que más le conviniera». El letrado de la defensa, que dijo haber sido guardia civil durante 20 años, recurrió al plural mayestático para cuestionar a los agentes si en su informe se habían dejado influenciar por esa actitud chulesca del acusado, que a todos nos ha pasado... Lo negaron y la jueza le dio un tirón de orejas: «Si alguna vez lo ha hecho, ha actuado mal».

Así, todo quedó para los peritos. La defensa insistió en que el perro tenía una cardiopatía previa, algo que nadie negó, pero todos vinieron a concluir que el golpe (o golpes) que recibió y que le provocó, entre otras lesiones, un traumatismo craneoencefálico precipitó el desenlace. También intentó vincular la defensa la muerte con una infección que al parecer sufría. El último perito, el más claro, lo negó. «El informe más concluyente es el más caro», argumentó la defensa.

«No es un delito doloso. Todos los días se matan perros y palomas y no se juzga a nadie», completó el letrado de C.R.M. tras solicitar su absolución mientras el fiscal mantenía los nueve meses de prisión. La acusación particular, por su parte, concluyó que C.R.M. quería hacer daño a la dueña del perro y que lo hizo a través del can. Tras recordar que ha necesitado tratamiento farmacológico para superar el incidente, pidió un año y diez meses de prisión y una indemnización de 9.570 euros.

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