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MARÍA CASADO
Sábado, 27 de mayo 2017, 20:10
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Cuesta hablar sin emoción del país en el que se ha nacido, formado y desarrollado estando a más de siete mil kilómetros de distancia; oyendo día sí y día también protestas en las calles de todo Venezuela, saldadas con medio centenar de muertos; leyendo noticias sobre desabastecimiento de alimentos y carencia de medicinas. Y sobre todo cuesta hablar con calma de un lugar al que no se sabe cuándo se podrá volver, aunque sea de visita, y sobre el que se desconoce cuándo va a mejorar la situación de quienes siguen viviendo allí. Este es el caso de Alexandra Gómez (Maracaibo, 31 años), Laura Martínez (Caracas, 47 años) y Juancho Parra (Caracas, 54 años), venezolanos actualmente en Logroño. Ellos son tres ejemplos de lo que muchos compatriotas han tenido que hacer: salir de Venezuela, sobre todo por cuestiones de integridad física. Porque «cuando te retienen en un edificio en Caracas y los militares te sacan poco menos que de los pelos y cierran la oficina donde trabajas, te empiezas a plantear todo. Son muchas cosas, la situación de inseguridad es muy alta. Otro día estaba en la universidad terminando un posgrado y nos lanzaron bombas lacrimógenas...», reconoce Alexandra, periodista, casada con un riojano (al que conoció estudiando en Barcelona) y residente en Logroño desde hace cuatro años.
Juancho Parra dio el paso de emigrar a Logroño hace casi seis años, junto a su mujer que cuenta con la doble nacionalidad. «No conocíamos a nadie, pero era una zona tranquila y nos vinimos a empezar de cero; porque la vida es una sola y cada vez estaba más amenazado y perseguido», reconoce este publicista que recuerda que son más de 300.000 los muertos desde que el chavismo está en el poder. «En uno de los últimos encuentros allí con ocho amigos, seis habían sufrido secuestros exprés (secuestrado al atardecer y liberado al amanecer previo pago de rescate)», cuenta.
«Salí de Venezuela justo al principio de la época chavista; por una cuestión familiar fuimos a Estados Unidos y desde hace 14 años estamos en Logroño», cuenta Laura Martínez, hija de granadinos, hoy también residentes en La Rioja, que trabaja de comercial en DKV seguros, aunque estudió fisioterapia. Ninguno ha vuelto desde su salida.
Según el Observatorio de la Ciudad de Logroño, hay 124 habitantes con nacionalidad venezolana. «Se estima que en La Rioja estamos entre 200 y 300 venezolanos; pero son más porque muchos no computan al contar también con la nacionalidad española», explican.
Pendientes de la familia
«Hablamos todos los días con la familia», reconocen. «La gente mayor no se quiere ir, piensan que va a mejorar y tampoco quieren ser una carga para nadie», señala Laura, que tiene a su suegro enfermo y recibiendo diálisis. Asienten Alexandra, con su abuela enferma y su padre en Venezuela; y Juancho, con su madre allí. Esta ha venido de visita a España recientemente: «Antes se llevaba jamón o vino en la maleta, ahora algo tan básico como harina», recuerda.
La carencia de medicinas es, dicen, brutal. «El 86% sufre escasez de medicamentos», precisa Juancho. Los tres están enviando fármacos por vía postal a familiares, en unos casos porque allí no quedan, aunque sean básicos, y en otros porque su coste es inaccesible para los residentes. «Hacemos varios envíos con la intención de que alguno llegue».
Sin papel higiénico, sin comida en los supermercados, sin agua en algunas zonas, con gente muriendo de hambre, subrayan que «no te puedes creer que pase algo así en uno de los países más ricos en materias primas, con mucha población formada...», e insisten: «Está habiendo una violación de los derechos humanos, no se respeta la Constitución...». La situación ha llegado a un punto en el que «no abren urgencias de noche por miedo, se ha atacado a sanitarios...», denuncian.
Transmiten preocupación y a la vez esperanza, mientras admiten que siguen atentos las noticias. «Ahora incluso están entrando en las casas a saquearlas», relata Alexandra. «Lo peor es el odio generado entre familias, eso es difícil de recuperar», sostiene Laura. «Siempre piensas que no hay nada peor, pero quizás sea el momento más complicado. Esta vez las protestas se están manteniendo en el tiempo; por eso, entre todos, debemos apoyar la difusión de lo que pasa en Venezuela para que esto termine y se vayan los del poder, es la esperanza», concluye Juancho.
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