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A impuestos contra el azúcar

A impuestos contra el azúcar

Cataluña abre la veda de una medida que la OMS recomienda: que lo dulce cueste más caro

Pablo Álvarez

Viernes, 12 de mayo 2017, 20:17

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En los 80 y 90 las televisiones españolas se llenaron de anuncios sobre seguridad vial. Primero más edulcorados, luego progresivamente más crudos. El resultado, flojo tirando a nulo. Las carreteras seguían llenándose igual de muertos sin que la perspectiva de acabar desparramado por el asfalto, como tan gráficamente se veía en aquellos anuncios, pareciera incomodar demasiado a nadie. Finalmente, el Gobierno decidió tocar otra parte: en lugar del miedo, el bolsillo. Llegó el carné por puntos, y las víctimas bajaron más que significativamente. Al menos hasta los últimos años.

El tabaco siguió una senda parecida, con un encarecimiento de precios sostenido durante años que ha acabado afectando al consumo. Y ahora. ahora le toca al azúcar.

La medida es ya archiconocida: Cataluña ha empezado a aplicar este mes un impuesto a las bebidas azucaradas. La subida grava por ley con 8 céntimos por litro a las bebidas que tengan entre 5 y 8 gramos por cada 100 centilitros, y con 12 céntimos a las que superan esa proporción. Y la medida tiene un detalle novedoso: esa subida debe trasladarse obligatoriamente al consumidor final, porque el objetivo no es recaudar más (que también, alrededor de 40 millones de euros al año, se calcula) sino intentar que los clientes consuman menos de este tipo de bebidas.

El gobierno catalán recuerda que ese subidón impositivo está recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Y es verdad. pero a medias. Porque la subida catalana supone un encarecimiento de alrededor del 7% de media (depende, claro, del precio de cada bebida). Y la OMS era mucho más ambiciosa: según el estudio que presentó a finales del 2016, es necesario que el incremento de coste llegue al 20% para que tenga efectos apreciables en el consumo.

Es de suponer que la medida catalana (ni mucho menos única en Europa) acabe ampliándose a otros territorios. El Gobierno español lo mantiene en reserva, pero ya ha dejado caer que si hay desviación presupuestaria, los impuestos «verdes» y contra el azúcar aparecerán en el menú. De hecho, no es la primera vez que la medida se anuncia, pero hasta ahora sin éxito. También es cierto que en su contra juegan razones económicas de enorme peso: según los datos de la patronal Anfabra, el sector de las bebidas refrescantes factura en España unos 5.100 millones de euros, con datos de 2013.

No son, pues, motivos relacionados con la salud los que harían moverse al ejecutivo Rajoy.

Y eso que tales motivos son más que evidentes. Porque la OMS ha señalado a un culpable principal de la epidemia de sobrepeso que aqueja al mundo desarrollado: el azúcar. La organización dependiente de la ONU marca como saludable un consumo de unos 50 gramos de azúcar al día, pero siempre en el caso de un adulto con una dieta de unas 2.000 calorías. ¿Es mucho o poco? Pues para los hábitos de consumo actuales, muy poco: una lata de un refresco de cola habitual ronda las 35. Eso deja muy poco margen para el resto, y es un margen necesario. Una mirada al etiquetado de casi todos los productos deja ver que la presencia de azúcar (en cualquiera de sus formas, como el jarabe de maíz o el jarabe de glucosa) es ubicua.

Así, queda claro que hacer subir el precio de las bebidas azucaradas sólo es un primer paso si lo que se quiere es luchar contra el excesivo consumo de azúcar. La propia OMS recomendaba en su informe algunas más: por ejemplo, subvencionar la producción y el consumo de alimentos saludables (verduras, frutas), algo que también generaría un evidente impacto económico en zonas como La Rioja. Que lo que se deja la Cocacola, en fin, lo ganen los hortelanos.

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