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P. HIDALGO
Sábado, 13 de mayo 2017, 21:54
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Estudió en Zaragoza y en Logroño, pero su único anhelo de joven era que llegaran las vacaciones o el fin de semana para subir a Laguna de Cameros, su localidad natal, y «disfrutar de la naturaleza». «Valoro mucho este intangible», declara la laguchina María José González.
En el 2004 decidió establecerse en este municipio del Camero Viejo y llevar las riendas junto a su marido de una explotación de ganado vacuno, ovino y caprino. Ella es de las que apostó por la titularidad compartida. «Se ajustaba a mis circunstancias, ya que nos repartimos las tareas», argumenta.
Además en el 2015 montó una pequeña quesería artesanal «para aprovechar la leche de las cabras». En su opinión, la mujer tiene «más paciencia» que el hombre para el trabajo en el agro. «Si un corderito no quiere tomar de la madre, caliento los calostros para dárselos en biberón», ejemplifica. Durante este tiempo, la mayor dificultad con que se ha topado como mujer ganadera ha sido «compaginar los horarios de la actividad con los del colegio de mis hijos».
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