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COSAS QUE NO SE ENTIENDEN

LA OPINIÓN - JORGE ALACID

Viernes, 24 de marzo 2017, 00:25

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Alertan periodistas con bastante mili a sus espaldas que la agenda gubernamental flaquea como si fuera agosto, desnutrida porque tal vez los responsables de su alimentación que ocupan hoy el Palacete tienen la atención puesta en otro lado. Veteranos de la información municipal de Logroño cuentan otro tanto: que la actividad en el Ayuntamiento también conoció días mejores. Un vértigo distinto, otro dinamismo. Ocurre a veces que la cosa pública despierta menos emociones que la ambición orgánica, una pretensión igual de legítima que sin embargo exige un celo superior. Así que sus señorías acaban por contagiarse de tanta dispersión y convierten el pleno presupuestario en su propio carrusel de idas y venidas, un vodevil de puertas que se abren y se cierran, conciliábulos de pasillos, reuniones en la sombra de la salita adyacente al hemiciclo y menudeo de altos cargos, apresuradamente llamados por sus jefes con un frenesí de carpetas y papeles donde se oculta la concesión de última hora, sobrevenida para sofocar las amenazas de la oposición. Esos euros allegados de urgencia para atender al diputado rebelde con la buena nueva en forma de consultorio, ayuda para cierto colectivo discriminado, oxígeno para los ayuntamientos de turno. Que con la nueva política ya no son como antaño sólo los afines: el maná gubernativo puede regar hoy las arcas propias y las extrañas.

Así que las galerías del Parlamento se acaban poblando de ese alto voltaje propio de los días de electricidad que triunfan cuando reina el desasosiego hoy desbordante en los escaños del Gobierno y el grupo que (en teoría) le apoya, aunque pocos de sus miembros se dejaron ver el miércoles en Riojafórum. José Ignacio Ceniceros se rodeó para oficializar su candidatura de una elevada nómina de altos cargos, ante quienes pronunció alguna frase para la historia. Como ésa de que hay cosas que no se entienden, mientras aludía al lío generado por la crisis de su partido. Un dictamen que podía aplicarse al monumental absurdo que sancionó ayer los segundos presupuestos post-Sanz, con ese tipo de debate que parece alumbrado en el camarote célebre de los hermanos Marx para garantizar que casi nadie se entere de nada. Sí, una de tantas cosas que no se entienden. Como ver cohabitar en el mismo grupo parlamentario al Gobierno y a su auténtica oposición.

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