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Vivienda deshabitada y en estado de ruina de la que sólo quedan las paredes exteriores en Cervera del Río Alhama.
El otro lado del espejo

El otro lado del espejo

Frente a la, por lo general, aceptable conservación que presentan los principales municipios riojanos, en sus calles aún se esconden espacios en un triste estado de semiabandono

Pilar Hidalgo

Sábado, 25 de febrero 2017, 20:02

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La muerte, el pasado domingo, de un hombre de 55 años en una vivienda de la zona más deprimida del casco antiguo de Calahorra centraba el foco en una realidad de la que el ciudadano no siempre es consciente, pese a tenerla muy próxima.

Los grandes municipios de La Rioja presentan un buen estado de conservación y de desarrollo urbanístico, en líneas generales. Pero en la mayoría de las cabeceras de comarca se pueden localizar barrios o espacios concretos que no reúnen las condiciones de habitabilidad o de salubridad exigibles en el siglo XXI. Normalmente, estas áreas se asocian a entornos históricos o lugares singulares que en décadas pasadas acogieron a una población que se ha mudado a vivir otras zonas.

En esos entornos aún se pueden observar calles de pavimentación dudosa llenas de socavones, solares embebidos por la suciedad y desechos e inmuebles en ruinas que quedaron hace años deshabitados. El que la propiedad de los mismos en ocasiones recaiga en una multiplicidad de herederos a los que no les interesa este legado no facilita su adecuación. Diario LA RIOJA recorre hoy algunas de estas zonas castigadas por el abandono. Seguramente no están todas las que son, pero no hay duda de que las que están lo son.

Alfaro

Un plan para las cuevas

«Desde siempre los vecinos se han cuidado de tener sus fachadas bien pintadas, con la costumbre que había antes de hacerlo en verano, de colaborar con el Ayuntamiento en mantener las calles. E incluso los caminos principales están asfaltados», describe un vecino alfareño al pasear por la ciudad y observar urbanizado todo su trazado.

En este punto, el Consistorio tiene voluntad de desarrollar un plan especial que se ha retrasado por la crisis inmobiliaria. «Con este plan se podrá terminar de ordenar las zonas pendientes», explica el concejal de Urbanismo, Adrián López. Mientras, ha desarrollado actuaciones como tapar algunas cuevas, construir muros de contención para evitar que las filtraciones afecten al estado de las calles y ampliaciones de vías, como en el carretil del Piteo. Además, el programa de asfaltado de calles incluso ha dado servicio a algunas en el barrio de Chivite todavía sin desarrollar.

A juicio del concejal de Urbanismo, Adrián López, el hecho de que la población alfareña se haya mantenido dentro de la ciudad y haya contenido los nuevos desarrollos, propicia la cobertura de servicios a todas las zonas. «En esto tiene que ver que mantengamos la altura máxima autorizada a viviendas en el casco antiguo y la autopromoción, factores cuya ausencia ha llevado al abandono en otras ciudades», expone López.

El área de Urbanismo alfareña mantiene la filosofía de reformar calles en malas condiciones y que afectan a un mayor número de viviendas. Ejemplo son en el casco viejo las calles Cierzo, Mendoza y Milagro (en la que las obras de mejora van a permitir, de acuerdo con los propietarios, adecuar el estado de solares y casas viejas). Una próxima actuación será la mejora de once calles en el barrio de la Puebla, con edificios catalogados como la iglesia del Burgo.

Arnedo

Esponjar barrios con patios

El patio Collado era la última zona sin asfaltar en la ciudad del calzado. El Ayuntamiento arnedano acometió su mejora hace unos meses, dejando satisfechos a los vecinos de esta parte del casco antiguo. En la agenda del concejal de Urbanismo, José Luis Rubio, no quedan más vías sin acondicionar en la ciudad y tiene apuntado nutrir de luz dos puntos del casco antiguo.

«Nuestra prioridad está siendo el casco antiguo», expone el alcalde arnedano, Javier García, sobre uno de los objetivos de esta legislatura consensuado por todos los grupos políticos en el Consistorio. En esa mejora, las actuaciones se están centrando en esponjar barrios con pequeños patios y parques, en llegar a acuerdos con propietarios para acondicionar aparcamientos en solares que se encontraban degradados.

Aunque como en los cascos antiguos de todas las ciudades, existen casas abandonadas o calles angostas. Éste presenta un estado aceptable hasta llegar a la zona de la peña, donde finaliza el tramo urbano y surgen corrales o cuevas que, en su mayoría, siguen presentando buenas condiciones. «Aquí todas las calles están encementadas, los solares cerrados y, excepto alguna abandonada, la gente se preocupa por tener bien sus casas viejas o corrales», describe una vecina. «Estamos actuando en zonas que, a pesar de estar protegidas por tratarse de zonas arqueológicas, tienen pequeñas construcciones irregulares que intentamos adquirir para derruir y restituir el área», explica García. El primer edil expone que buscan «un urbanismo sostenible y racional que haga más habitable el casco histórico y preserve el patrimonio como recurso turístico».

Cervera del Río Alhama

Viviendas deshabitadas

En Cervera del Río Alhama, el mayor problema urbanístico se presenta en zonas puntuales tanto del barrio de Santa Ana como del barrio de San Gil, en calles construidas en la ladera del monte, estrechas, empinadas o de difícil acceso. Aquí hay viviendas deshabitadas en estado de ruina que suponen un peligro. En algunos casos se han derribado y los solares están con vallas, tapias o descubiertos, en otros quedan las paredes exteriores y el resto está hundido. El Ayuntamiento se encuentra a veces con la dificultad de localizar a sus propietarios, bien porque se desconocen o porque son numerosos herederos dispersos por diferentes lugares.

Una constante desde siempre ha sido el peligro de la peña del Castillo o San Antonio que divide el pueblo en dos. El 17 de octubre se produjo el último derrumbe y se intervino para retirar rocas sueltas. Debajo pasa una calle paralela al río por la que está prohibido circular tanto para peatones como para vehículos a fin de evitar riesgos (hay señales indicativas pero muchos hacían caso omiso a las indicaciones). También hay bajo la peña, de lado a lado, edificaciones utilizadas como almacenes, así como antiguos corrales y viviendas en ruina. Después de la intervención de una empresa especializada, el Consistorio retiró los escombros de la vía hace unos días «para mejorar la imagen del pueblo hasta la resolución definitiva de un acuerdo con los dueños de las propiedades afectadas», según explicó el primer teniente de alcalde del Ayuntamiento, Jesús Herrero, en las redes sociales. Al mismo tiempo recordó que la calle permanecerá cerrada. Hace años se instaló en parte de la montaña una malla, pero está ya suelta y no cumple su función. Esta cuestión ya se trató en pleno y el equipo de gobierno expuso que por ahora no pueden hacer frente a una intervención para instalar una nueva protección en la peña.

Haro

Decadencia social y urbana

La degradación en Haro se encuentra casi exclusivamente en el casco antiguo del municipio y el problema parece residir en el descenso de población. Hace 40 años se calcula que vivían más de 5.000 personas en el corazón de la localidad, mientras que ahora son poco más de un millar. Calles como Navarra, Mota, San Bartolomé, San Bernardo y Colón, la travesía Carrión o la plaza Garrás cuentan con edificios en ruina y solares descuidados que presentan un aspecto feo que contrasta con los puntos turísticos cercanos, como La Herradura, la Atalaya, la iglesia de Santo Tomás y la plaza de la Paz.

Desde el Ayuntamiento son conscientes de la situación, afirman «actuar continuamente» y reconocen el trabajo del anterior equipo de Gobierno. No obstante, se conceden subvenciones para la rehabilitación de viviendas, se está adecuando la plaza de abastos como vivero de empresas, se está construyendo un nuevo espacio público entre las calles Castillo y San Bernardo, se ha eliminado todo el cableado aéreo de La Herradura y se ha requerido a los dueños de al menos una decena de casas para que arreglen o derruyan sus propiedades por peligro de derrumbe o salubridad.

Javier Redondo, concejal de Obras, habla de «degeneración integral del casco antiguo, incluyendo la parte social y urbanística, que van unidas pero las diferenciamos». El actual equipo de Gobierno del Consistorio jarrero realizó un estudio de la zona que presentó el año pasado con «resultados no tan devastadores como en el caso de Calahorra, pero sí fue importante y nos dejó claro que debíamos actuar de modo inmediato».

Nájera

Flecos pendientes

La situación del casco histórico de Nájera, sin ser la más óptima, se encuentra en bastante buenas condiciones. Quedaron superados viejos problemas de desprendimientos de las laderas de Peñaescalera y Malpica, zonas en las que las viviendas han ido construyéndose cada vez un poco más apartadas de dichos macizos. A sus pies, en la zona más próxima a Peñaescalera, se pueden contemplar, si uno se adentra por sus callejuelas fuera de uso, algunos viejos corrales derruidos y en desuso.

Al otro lado del monasterio de Santa María la Real y una vez se cruza la calle Costanilla, se encuentra el camino de Pasomalo, que bordea por la parte superior otro tramo del casco histórico. Este camino, en cuya zona más cercana a las cuevas se suelen producir algunos desprendimientos de piedras y tierra, es una asignatura pendiente. El alcalde, Jonás Olarte, advierte de que «se trata de una unidad de ejecución que tenemos pendiente de resolver para que lo que ahora es un camino de tierra se convierta en una calle más».

Más cerca del río Najerilla y en la parte trasera de la Casa Consistorial, entre las calles Cantarranas y Descampado, se encuentra también un edificio de varias plantas en un estado ruinoso, con algunos apuntalamientos en su interior y con la planta baja casi tapada por la vegetación.

La población de la zona más vetusta de la ciudad está formada mayoritariamente por najerinos, Olarte calcula que en torno al 90% de sus pobladores son naturales de la ciudad. Desde el Ayuntamiento se trabaja «procurando que los solares que estén abiertos o a falta de limpieza, se cierren y limpien». Todo ello siguiendo dos criterios fundamentales, «en primer lugar evitar los peligros para las personas y, en segundo, ofrecer la mejor imagen a los visitantes».

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