Borrar
Juan, sentado en el salón de su casa de Logroño con sus padres, Francisco y Estrella, cuatro años después de que le diagnosticasen un osteosarcoma en el fémur.
El «peor trago» a la mejor edad

El «peor trago» a la mejor edad

Juan, un joven logroñés de 17 años, recupera su vida tras superar un cáncer óseo que le detectaron con 13

Javier Campos

Viernes, 17 de febrero 2017, 22:44

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Todo empezó con un dolor en la rodilla. Un dolor que, en principio y tratándose de un preadolescente en edad de crecimiento y que practicaba tenis con frecuencia, no supondría más que una visita rutinaria al pediatra. Sin embargo, una vez en la consulta del centro de salud Joaquín Elizalde, a la que la doctora María José López palpó la rodilla de Juan, supieron que no se trataba de un dolor más.

Las peores sospechas no tardaron en confirmarse. Osteosarcoma en el fémur fue el no esperado diagnóstico para un niño de 13 años tras la correspondiente radiografía e ingreso en Urgencias del San Pedro de Logroño. No había pasado una semana cuando la familia Calle Benito prácticamente se instalaba en la Unidad de Oncología Pediátrica del hospital La Paz de Madrid iniciando un camino que siguen recorriendo cuatro años después.

«No sabíamos dónde entrábamos. Todos sabemos que el cáncer es una grave enfermedad que puede llegar a tener un desenlace fatal, pero no te imaginas todo lo que puede llegar a suponer», coinciden en señalar los padres de Juan, Francisco y Estrella. «Les ha cambiado la vida», recuerda Francisco que les dijo el jefe del servicio de Pediatría del hospital riojano al proceder al traslado. «La historia. Les ha cambiado la historia», corrige Estrella.

Una historia que tuvo continuidad durante 15 meses -muchos de ellos de ingreso- en Madrid con ciclos de quimioterapia «que machacaban a Juan» de cara a una intervención quirúrgica, colocación de prótesis incluida, y su posterior rehabilitación. Una historia que llevó a Estrella a dejar su trabajo de profesora en el IES Escultor Daniel tras solicitar una excedencia. «Hay familias que se desplazan enteras, pero en nuestro caso no porque tenemos dos hijos más», explican.

Juan acabó segundo de la ESO, pero tercero lo perdió entero. «No tenía idea de lo que era. El médico me dijo que me iba a tener que ir a Madrid y dejar de ir a clase por una temporada», recuerda Juan, alumno de 17 años de Bachillerato del IES Cosme García -donde su padre es profesor-, que fue adquiriendo conciencia de su enfermedad pues en casa, según reconocen, ni nunca se ha ocultado ni ha sido tema 'tabú'.

Hoy, la historia continúa en forma de epílogo pues en la prótesis de Juan se ha instalado una bacteria que le obliga «a mantenerla a raya». ¿Vida normal? «Antibióticos, rehabilitación y revisiones oncológicas cada tres meses, pero lo bueno es que está superado».

«Nunca lo llegas a asumir del todo. El peor trago es cuando te enteras», dice su padre. «Y luego es un doloroso trago sostenido en el tiempo», añade su madre. Ambos, en cualquier caso, coinciden en señalar que en ningún momento se sintieron solos. «Nos hemos sentido muy apoyados en todo momento», explican. Y es que recursos asistenciales y de apoyo hay. Y están para usarlos. Aunque «la parte dura», como ellos dicen, «no te la quita nadie. La tienes que pasar tú».

Tras el diagnóstico, y comenzado el tratamiento, «las prioridades del día a día cambian por completo». «Ves cómo lo que antes te parecía importante pasa a ser secundario», afirman. «Vives instalado en una montaña rusa, unos días arriba y otros abajo, pero hay que afrontar la batalla día a día». «No puede ser de otra manera, porque de repente caes en la cuenta de que igual mañana ya es tarde o, directamente, no hay mañana», confiesan.

Nadie en la familia de los Calle Benito sabía antes del 2013 que cada 15 de febrero se celebra el Día Internacional del Niño con Cáncer. Sin embargo, desde entonces nadie olvida la fecha. Tampoco habían oído hablar de Faro, la asociación riojana de familiares y amigos de niños con cáncer, de la que hoy se sienten parte activa. «Siempre están ahí», concluyen.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios