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Unas naves en el Polígono de Cantabria.
Las empresas que vienen a La Rioja superan a las que se fugan por tercer año consecutivo

Las empresas que vienen a La Rioja superan a las que se fugan por tercer año consecutivo

Varias firmas catalanas se han instalado en esta región huyendo de la inestabilidad política y del aumento de la presión fiscal, explica el presidente de la FER

Carmen Nevot

Viernes, 10 de febrero 2017, 23:18

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De 1994 al 2000 la Rioja vivió una auténtica sangría de fuga empresarial. Los incentivos fiscales del País Vasco tuvieron el efecto llamada y muchas firmas riojanas trasladaron su sede de Logroño a la vecina Álava. Ramondin fue el paradigma de la deslealtad y en 1997 trasladó su domicilio social al polígono Casablanca, en Laguardia, a siete kilómetros de distancia. Con su mudanza arrancó un largo proceso contra estas subvenciones encubiertas y en diciembre de 1999 Bruselas dio la razón a La Rioja y declaró ilegales, por competencia desleal, las también bautizadas como vacaciones fiscales. Ese fue el principio del fin y la fuga de empresas puso el pie en el freno. Fueron años de constante saldo negativo. Las firmas que se iban superaban con creces a las que venían.

Tras aquel crudo episodio la balanza empezó a recuperar lentamente el equilibrio y a día de hoy son más las empresas que vienen a La Rioja que las que se van. Por tercer año consecutivo, la región cerró el 2016 con saldo positivo. Huyeron 28 y desembarcaron 32. A ello se suma que el pasado año fue el ejercicio en el que menos empresas se fugaron, al menos, desde el 2008.

No sólo es positivo el número de firmas, también lo es el volumen de negocio. Según el informe de la agencia de rating Axesor, elaborado con los datos de la estadística del Colegio de Registradores, las 32 compañías que se asentaron en La Rioja el año pasado procedentes de otras regiones aportaron una cifra de negocio a la economía de esta comunidad de 68,7 millones de euros. A falta de datos de Asturias y Valencia, que todavía no habrían presentado sus cuentas, son 40 millones más que el montante de las sociedades que se marcharon (28,7 millones). Las dos compañías que se instalaron procedentes de Castilla La Mancha y Andalucía son las que mayor cifra de negocio arrojaron: 6,6 millones de euros la primera y 5,7 la segunda.

En el sentido inverso, las cuatro empresas que trasladaron su negocio a Navarra dejaron de inyectar en La Rioja algo más de 15,2 millones de euros, 8,7 las siete que cruzaron la frontera con el País Vasco y 3,3 las que se desplazaron a Castilla y León.

¿Hacía dónde van y de dónde vienen? Las vecinas Navarra y País Vasco siguen siendo el principal destino, pero ahora también La Rioja lo es para ellas. De hecho, cuatro sociedades riojanas emigraron a la comunidad foral, frente a las ocho que inmigraron desde esta; y siete partieron hacia alguna de las tres provincias vascas, frente a las seis que recalaron en esta comunidad.

Con Madrid el flujo es favorable a la capital de España. Sólo el año pasado se trasladaron ahí seis sociedades riojanas, frente a las cinco que vinieron de esta zona. En este caso, tal como explica el presidente de la Federación de Empresarios de La Rioja, Jaime García Calzada, la marcha suele obedecer a una «estrategia corporativa o de mercado».

El caso de Cataluña es coyuntural. En el 2016 esta comunidad recibió cinco compañías catalanas y, por contra, ninguna se trasladó ahí. La inestabilidad política y el aumento de la presión fiscal están propiciando una importante fuga, no sólo hacia La Rioja, sino también hacia otras comunidades autónomas. «Buscan un clima político y una certidumbre que encuentran aquí», sostiene el presidente de la patronal.

Son varios los factores que soplan de popa y que favorecen que La Rioja vuelva a cerrar con saldo positivo. Uno de ellos es, precisamente, la estabilidad, amén de la escasa conflictividad social y la presión fiscal que, aunque elevada, es menor que en otras regiones. También alienta las inversiones la cercanía en las relaciones con lsa administraciones públicas. La principal rémora siguen siendo las infraestructuras.

Para García Calzada, sin dejar de destacar la importancia de que La Rioja tenga saldo positivo, lo importante es no caer en la «autocomplacencia, sino que hay que seguir trabajando de forma muy intensa en conseguir atraer nuevas inversiones y retener el tejido empresarial existente».

La Rioja formó parte el año pasado del selecto club de las seis comunidades que cerraron en positivo. Madrid se situó a la cabeza. Ahí se instalaron 424 compañías más de las que se fueron. Le siguen Andalucía con 133, Baleares con 74, Cantabria 11, Murcia y La Rioja con 4, y Extremadura con 3. Las once comunidades restantes perdieron más empresas que las que ganaron y en este caso Cataluña fue la más perjudicada. Ahí se instalaron 531 y se marcharon 802, es decir, el saldo fue negativo en 272, lo mismo que en Navarra, que perdió 76, y País Vasco, 66. También la Comunidad Valenciana dejó de ganar la cifra de negocio de un buen puñado de empresas, 60 en total.

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