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Apostar hoy, ayer y mañana

La psicóloga clínica, Concha Santo Tomás, asegura en este artículo que «e futuro de los problemas de los juegos de azar tenemos que imaginarlo a través de las actitudes y los comportamientos actuales»

CONCHA SANTO TOMÁS

Miércoles, 18 de enero 2017, 22:32

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«Siempre se ha apostado» es una frase que dicen quienes se niegan a creer que la ludopatía puede poner en peligro la vida. Sí, es cierto: en el pasado se ha apostado, pero sin embargo las apuestas siempre han estado acompañadas de leyes prohibitorias y el repudio al jugador. En papiros egipcios está grabado el envío de los apostadores a canteras, en Grecia los jugadores podían ser castigados con la esclavitud, los romanos jugaban mucho a los dados, pero el término 'aleator' (jugador) se utilizaba como insulto...

Actualmente se anima a jugar desde todos los medios de comunicación, se constituyen como ejemplo a seguir a los ganadores del euromillón, la lotería, el póquer o las apuestas deportivas, algunos famosos prestan su imagen para incitar al juego y el Estado potencia las apuestas con un afán puramente recaudatorio.

El futuro de los problemas de los juegos de azar tenemos que imaginarlo a través de las actitudes y los comportamientos que observamos en la actualidad. Veamos algunas locuras que estamos cometiendo. Utilizamos a nuestros hijos como hombres-anuncio llevando camisetas de fútbol de casas de apuestas; permitimos publicidad del juego en la televisión en horario infantil; un grupo de padres de niños de 11 años de un equipo de fútbol apuntan a sus hijos en una página web donde se apuesta de manera continua sin dinero; permitimos que los entrenadores de nuestros hijos estén hablando constantemente de apuestas; pagamos las deudas de juego de nuestros hijos para que no se entere nadie del problema; hay clubes, deportistas y hasta directivos en situación de investigados por compra-venta de encuentros... Y así, un larguísimo etcétera.

Mientras los adultos, los padres de familia, no tomemos conciencia de lo que supone apostar, el problema de los jóvenes no sólo no terminará sino que se incrementará velozmente, tal como ha pasado con las apuestas deportivas que han demostrado un capacidad enganche sin precedentes y a una velocidad de desarrollo desconocida.

Lesieur denominó a la ludopatía como «la enfermedad escondida». Se trata de una adicción que no se ve y sale a la luz a través de las deudas contraídas. ¡Hay que adelantarse! Cuanto antes pongamos en marcha nuestro propio cambio, antes conseguiremos reducir el sufrimiento causado por el juego de azar a muchas personas.

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