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DESPERDICIO ALIMENTARIO

JUAN QUINTANA LA TRILLA

Miércoles, 19 de octubre 2016, 00:10

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Más allá del poco sentido que tiene tirar algo que no se ha utilizado, en este caso, que no se ha comido o bebido, las connotaciones del desperdicio alimentario no son tan intuitivas. Desde una perspectiva social, el hecho de tirar alimentos cuando buena parte de la población mundial pasa hambre, genera un importante contrasentido social; si bien es cierto que no es fácil vincular el desperdicio de las sociedades desarrolladas con las hambrunas de otros países.

El desperdicio alimentario es un residuo que genera otras paradojas. Algunos abogan con razones medioambientales, por la reducción de los envases en la alimentación. Sin embargo, el envase es una herramienta clave que disminuye el desperdicio alimentario y, por tanto, la generación de un importante residuo. Para la reducción, es esencial seguir avanzando en la mejora tecnológica del embalaje y envasado, en la correcta interpretación de las fechas de caducidad y consumo preferente, en optimizar decisiones de compra, etc.

Para reutilizarlo, aunque en este caso quizás la expresión más precisa sería, redistribuirlo, la donación a bancos de alimentos, las ofertas para productos próximos a caducidad o fecha de consumo preferente, son alternativas que les pueden dar salida. Para el reciclado, basta con recordar que más del 40% de la bolsa de basura de una familia es residuo orgánico.

Aunque el desperdicio alimentario es un problema que afecta a toda la cadena, se estima que en Europa el 39% se genera en los procesos de fabricación; es decir, en el sector agroalimentario, entendiendo este como producción y transformación. Sin embargo, los organismos nacionales e internacionales lo consideran en buena parte inevitable. En general, en el sector primario proviene de restos de cosechas, producción excesiva de alimentos de origen animal, partidas no vendidas... En la industria alimentaria son pérdidas asociadas al procesamiento y proceso de producción.

Los problemas de marcado carácter social necesitan una respuesta social, siendo la tecnología un refuerzo. El caso del desperdicio alimentario, al igual que el reciclaje o el abandono de basuras, se incluyen en este grupo y, por tanto, requieren concienzudas estrategias educativas, informativas y de sensibilización.

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