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Bayer se come a Monsanto

MARTÍN TORRES GAVÍRIA

Sábado, 1 de octubre 2016, 16:40

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Michael quería darle una sorpresa a su prometida Mary Lou y, como no disponía de demasiado efectivo, la llevó a Gatsby's en Spring Street. La especialidad del local eran las pizzas y tenían una enorme variedad. Él tomó sus manos y le susurró al oído: después de la pizza te voy a dar una sorpresa que cambiará nuestras vidas. Pidieron pizzas estilo New York que son anchas, delgadas, plegables con mozzarella, salsa de tomate y le añadieron unas fresas en forma de corazón. Todo iba bien hasta que Michael comenzó a tener dificultades para respirar y a sentir fuertes picores en la boca, la lengua, la garganta. ¡No respiro! ¡Me ahogo!

Así es como se debe de sentir Monsanto antes de que Bayer se la coma. La noticia es que la alemana Bayer, especialista en industria farmacéutica y química, ha ofrecido sesenta y seis mil millones de dólares por la adquisición de la americana Monsanto, líder mundial en semillas transgénicas y productos fitosanitarios. La compra se cerrará en 2017 previa aprobación de los organismos reguladores pertinentes. Hay quien dice que ha nacido un monstruo y que la población mundial está en peligro. Dejando catastrofismos aparte, lo que sí es cierto es que esta operación es un asunto clave para nuestro bolsillo y sobre todo para nuestra salud. Analicemos ambos aspectos.

El sector agroquímico mundial se está reorganizando. La china ChemChina ha adquirido a la suiza Syngenta, las americanas Dow Chemical y Du Pont se han fusionado y ahora Bayer se come a Monsanto. Todo esto nos lleva a un oligopolio que se define como: mercado en el cual un número reducido de vendedores ejerce control sobre el precio acaparando la venta de un producto. Si a esto añadimos que las semillas transgénicas no se pueden resembrar y que el agricultor está obligado a comprar nuevas semillas todos los años si quiere volver a sembrar y, ¡oh casualidad!, el único herbicida resistente de estas plantas es el Roundup fabricado por... Monsanto ¡premio! Semillas y el único herbicida compatible son de la misma empresa. Que se vayan preparando los bolsillos de nuestros agricultores riojanos, españoles y mundiales.

El otro punto discordante es nuestra salud. El impacto en el medio ambiente de los transgénicos es importante, pero lo realmente intrigante es la duda que se tiene sobre si una planta o animal transgénico (modificado genéticamente) supone un riesgo para la especie humana. Nadie ha demostrado que sí, pero la desconfianza persiste. La variedad de maíz de Monsanto -Mon 810- es la que más se siembra en nuestro país, sin embargo está prohibida en Alemania y Francia, ¿por qué no en España? Esta variedad genera una toxina que cuando la oruga del taladro del maíz se posa en la mazorca, ni siquiera la taladra, huye. Pero cuando la mariposa Monarca contacta con su polen, fallece. ¿Y a los humanos qué nos pasa? Por si no fuera suficiente al único herbicida resistente, comentado anteriormente, y el más utilizado en el mundo, con su principio activo glifosato, presuntamente se le atribuyen efectos cancerígenos.

Michael comenzó a vomitar. Las bolsas de los ojos y los labios se tornaron azulados y fue trasladado urgentemente al St. Lukes Rossevelt Hospital donde tras un shock anafiláctico falleció por una reacción alérgica. Su prometida Mary Lou, sabía que era alérgico al pescado, pero ellos solo habían comido pizza con fresas. Pero desconocía que esas fresas eran transgénicas y en su ADN llevaban genes de un pescado del Ártico para que fueran resistentes a las heladas. Michael comió pescado sin saberlo y jamás pudo decirle a su prometida que la sorpresa que le iba a dar era que había encontrado trabajo y que le iba a pedir matrimonio.

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