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La vía principal y la de servicio, en la carretera N-111.
Los 92 kilómetros más peligrosos de La Rioja

Los 92 kilómetros más peligrosos de La Rioja

Un recorrido en coche, en plena operación retorno, por los tramos riojanos que la DGT considera «de especial riesgo»

Pío García

Viernes, 2 de septiembre 2016, 22:15

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Pasan pocos minutos de las diez de la mañana. La carretera N-111 avanza hacia Madrid por una selva de chalés adosados y urbanizaciones dejadas a medias. Hacia el kilómetro 321, aparece por detrás una ambulancia nerviosa. Lleva las luces encendidas y, por encima de la radio, se escucha el sonido urgente de la bocina. El cronista se echa obedientemente a un lado. Por delante va un camión gris, lento y enorme. La ambulancia trata de rebasarlo, pero no puede: hay mucho tráfico en dirección a Logroño y el camión tampoco se atreve a invadir el arcén porque un señor, esforzado ciclista sin casco, ha decidido echar el resto en la subida. El camionero da unos bandazos, acelera, supera al deportista veterano y busca la cuneta. La ambulancia pasa con apuros, como quien se cuela por una rendija apenas abierta.

Así comienza un viaje en coche por los siete tramos que la Dirección General de Tráfico considera «especialmente peligrosos» en La Rioja. Suman 92,4 kilómetros. La DGT publicó hace unos días el elenco de las carreteras españolas con mayor riesgo, por su elevada concentración de accidentes. Los cronistas deciden coger el volante y lanzarse a recorrer todos estos tramos el viernes 26 de agosto, día en que comienza la operación retorno de las vacaciones. Que Dios les pille confesados.

Carretera N-111: de Lardero a Nalda

La carretera N-111, que luego se retorcerá y estrechará buscando el puerto de Piqueras, adopta en estos primeros kilómetros una disposición extraña. Hay dos carriles de ida y dos de vuelta, pero no hay una mediana central, como en las autovías de verdad, sino dos pretiles laterales que separan la carretera normal de las vías de servicio. Se puede correr a 100 por hora, salvo en los pasos elevados (hay tres o cuatro), en los que la velocidad está limitada a 80.

A esta hora de la mañana (son ya las once) el tráfico es fluido y los coches van rápido, quizá demasiado. Un BMW despendolado rebasa al cronista, pero luego pega un frenazo brusco al ver la caja del radar ostentosamente plantada sobre el arcén derecho de la carretera. Podría ir a cien, pero se asusta y pasa junto a la cámara a menos de ochenta. Uno apostaría a que, en esos momentos, su conductor está poniendo cara de buena persona. Quizá incluso silbe alguna canción de 'Sonrisas y Lágrimas'. Luego, cuando estima que ya está fuera del radio de acción del radar, acelera con saña y se pierde hacia Logroño.

Carretera N-232: de Alfaro a Ollauri

La 232. Virgen Santa. Son las cinco y media de la tarde. A la altura del Restaurante Hernani 2, en Alfaro, hay aparcados varios camiones. Uno de ellos, gigantesco, lleva en su remolque un tubo industrial kilométrico. Parece la boca del infierno. El fotógrafo sube a la pasarela de hierro situada sobre la carretera nacional y busca los mejores encuadres. Mientras tanto, el cronista saca el cronometro y cuenta cinco minutos.

En ese tiempo cruzan bajo el puente 90 vehículos: 66 coches y 24 camiones. Cuarenta y cuatro van hacia Zaragoza y 46, hacia Logroño.

Los cronistas montan en el coche y se aprestan a remontar la N-232 hasta Ollauri. Un cartel que alguna vez fue verde les saluda: «La Rioja. Disfrútela».

En seguida ocupan sitio detrás de un camión. Por desgracia, les ha tocado un camión aburrido: no tiene dibujos ni colores ni leyendas. Ni siquiera pone 'veiculo longo'. Hay dos formas de conducir por la 232: unos se arman de paciencia y marchan detrás del camión que les corresponde; otros deciden jugarse la vida adelantando frenéticamente cuando pueden (se diría que comen en diagonal, como los alfiles del ajedrez). El cronista ha decidido viajar tranquilo y se entretiene viendo el paisaje. Está absorto en la contemplación de un gigantesco polígono industrial vacío y lleno de matojos, cuando de repente le rebasan dos coches. Uno es un Audi A-6 que pasa como un cohete, supera al camión que va delante y regresa a su carril. El otro es un Seat Ibiza, de color azul, que ruge con más entusiasmo que potencia. Lo conduce un chaval de unos veinticinco años, con el pelo rapado y gafas de sol. Al ver que no le da tiempo a superar al camión, se conforma con adelantar al cronista. Se salva por los pelos. Apenas doscientos metros más adelante, coge un desvío a la derecha y se va. El tipo se había jugado la vida para ganar medio segundo.

La DGT considera que la N-232 deja de ser «especialmente peligrosa» en el kilómetro 385,77, cerca de Corera. No se sabe bien por qué. La carretera, que al menos tiene buen firme, sigue siendo de ida y vuelta y va repleta de coches y de camiones. Para colmo, plantada sobre el arcén derecho, hay una cruz con un nombre escrito y tres ramos de flores (frescas). La autovía no empieza hasta que Logroño aparece ya en el horizonte.

Hoy no hay, sin embargo, mucho que contar sobre el último tramo «peligroso» de la N-232, de Cenicero a Ollauri. Son ya las seis y media de la tarde y el tráfico ha descendido bruscamente. Se avecina tormenta y la conducción resulta incluso plácida.

Carretera N-120a: de Bañares a Nájera

La antigua carretera de Santo Domingo a Nájera sigue ahí, junto a la autovía. Está llena de rotondas y de subibajas, pero no tiene baches y tampoco se ve un solo coche. Los cronistas están pensando por qué demonios la DGT la incluido en su lista de 'tramos peligrosos' hasta que, de pronto, están a punto de pegársela.

Resulta que una señora ha decidido detener su Chevrolet Aveo en medio de una rotonda. Ni pone los intermitentes ni mira los espejos ni se orilla. Frena en seco y punto. Confiada quizá en que nadie va por la antigua N-120, ha decidido pararse de golpe. El cronista da milagrosamente un volantazo brusco, la supera y la mira con algo de odio. La señora parece tener sesenta años y mira adelante fijamente, como petrificada. Luego reacciona y pone el intermitente de la derecha, pero sigue inmóvil.

Los cronistas recorren los diez kilómetros restantes sin contratiempos, todavía asustados. Quién sabe. Igual los técnicos de la DGT también se encontraron con la señora del Aveo en la rotonda de Hervías y por eso decidieron catalogar este tramo desértico, tan aparentemente pacífico, como peligroso.

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