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'Peque' apareció en un contenedor. :: apa rioja
Encadenados a la crueldad

Encadenados a la crueldad

'Nerón', un cachorro con sarna al que rociaron con algún líquido; 'Peque', con las caderas rotas; y 'Puska', con una cuerda incrustada en el cuello, las últimas víctimas

* rglastra@diariolarioja.com

Sábado, 28 de mayo 2016, 00:03

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Han salvado la vida, pero por poco. 'Nerón', 'Peque' y 'Puska' son solo algunas de las últimas muestras de la crueldad que cada año ocultan las simples cifras de recogida de animales abandonados.

Con heridas, fracturas, infecciones severas, encerrados en cajas, al borde de la asfixia en una bolsa de plástico en un contenedor... Cada año, más de 100.000 mascotas llegan a las protectoras y centros de acogida de España. Sólo en el 2014, casi 16 perros y gatos fueron abandonados cada hora en nuestro país, según un estudio de la Fundación Affinity, que cifraba en más de 140.000 -siete de cada diez, perros- los animales de compañía echados al desamparo.

La Rioja, por desgracia, también está en este capítulo por encima de la media, con más de 3.000 animales de compañía anuales abandonados y con una de las tasas más altas de desamparo junto a Baleares y Navarra.

Pese a lo abultado de las cifras, el día a día es aún más demoledor. 'Nerón', un cachorro de siete meses mestizo de labrador, fue encontrado hace unos días encadenado a una sirga en un camino cercano a Lardero. Unos voluntarios de la Asociación Protectora de Animales (APA) de La Rioja se lo encontraron con el cuerpo cubierto de heridas y pus. Padecía «sarna demodécica generalizada con foliculitis bacteriana severa», según el parte de atención del animal, que carecía del microchip obligatorio. «Es un tipo de sarna no contagiosa que no crea problemas y que es una patología que se controla fácil, pero si no se trata... Para llegar a ese extremo pasaría seguro más de un mes sin atención y, además, le habían rociado con algún producto, porque olía como a gasolina», explica Rubén Alonso, del hospital veterinario Albeitar.

A la espera de la adopción

El mismo centro logroñés, colaborador de APA Rioja, ha atendido a 'Peque', una podenca de tres años abandonada en un contenedor de Islallana con las dos caderas destrozadas, en los huesos y repleta de garrapatas, que se recupera de su tercera operación; y a 'Puska', una perrita de tres años recogida esta semana cuando vagaba por las calles de la capital con una cuerda incrustada en el cuello y una infección severa. Los tres esperan en casas de acogida de APA Rioja su adopción.

«Esto es un desastre, es nuestro día a día habitual y creo que somos una de las comunidades más castigadas por este tema. No hay una ley clara y rotunda ni un control, porque si estos animales hubieran tenido un microchip, las autoridades podrían haber buscado al dueño y hacerle responsabilizarse de estos actos, pero claro, así... No son de nadie», resume Rubén Alonso.

En el mismo sentido, Miguel Ruiz, de la clínica veterinaria Ruiz y Menta de Calahorra, tras recordar que «el microchip es obligatorio desde hace años para perros a partir de los 3 meses de edad, gatos e incluso hurones», admite que «mucha gente no lo cumple, entre otras razones, porque no se realiza un control estricto a no ser que sea un perro peligroso». «Cuando un perro está sin identificar, ya te indica bastante el interés de sus dueños en el animal. Ante el menor problema, optan por abandonarlo para evitarse gastos e inconvenientes y como no lo han identificado, se cubre de posibles responsabilidades si ocurre algo. Ahí está el problema, porque el precio de implantación del microchip y todos los trámites de cartilla, etc... oscilan entre los 25 y 40 euros y es para toda la vida», detalla.

«Solo nosotros, con mucho esfuerzo y muchos gastos, recogemos y cuidamos a más de un millar de animales cada año, además de los que sacamos de la perrera. La mayoría, con una buena ley, serían casos denunciables, pero como ni siquiera se hace cumplir la obligatoriedad de que todos esos animales lleven implantado el microchip de identificación pues no hay nada que hacer», se queja, por su parte, Carmen Faulín, presidenta de APA Rioja.

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